Hasta siempre, Maestra Rayito de Sol



Había una vez un grupo de niños y niñas que asistían al jardín de infantes "Rayito de Sol". Eran pequeños, llenos de energía y curiosidad, dispuestos a aprender y descubrir el mundo que los rodeaba.

La señorita Laura era la maestra encargada de enseñarles cada día. Era cariñosa, paciente y siempre tenía una sonrisa en su rostro. Los niños la adoraban y se sentían seguros en su compañía.

El tiempo pasó rápidamente y llegó el último día del jardín de infantes. Todos estaban emocionados pero también tristes por tener que despedirse. Se reunieron en el salón principal para celebrar todo lo aprendido durante el año.

La señorita Laura se puso frente a ellos con lágrimas en los ojos y comenzó a hablar: "Queridos niños, ha sido un privilegio ser su maestra este año. Han crecido tanto desde el primer día que nos conocimos.

Han aprendido a leer, escribir, sumar, restar e incluso han descubierto nuevas amistades". Los niños escuchaban atentos mientras sus corazones se llenaban de nostalgia por todos los momentos compartidos. "Recuerden siempre lo importante que es seguir aprendiendo", continuó la señorita Laura. "Nunca pierdan esa curiosidad innata que tienen dentro.

Cada día es una oportunidad para conocer algo nuevo". Los pequeños asintieron con entusiasmo mientras recordaban todas las experiencias vividas: las excursiones al zoológico, las manualidades creativas, las canciones divertidas y los cuentos mágicos leídos antes de dormir.

"Ahora es momento de despedirnos", dijo la señorita Laura con voz entrecortada. "Pero quiero que sepan que siempre llevaré en mi corazón los recuerdos de este año juntos. Ustedes son valientes, inteligentes y capaces de lograr cualquier cosa".

Los niños se abrazaron entre sí y comenzaron a llorar. La señorita Laura también derramó algunas lágrimas mientras les decía: "No lloren, mis queridos alumnos. Este no es un adiós, sino un hasta luego.

Siempre estaré aquí para ustedes si me necesitan". Uno de los niños levantó la mano tímidamente y preguntó: "Señorita Laura, ¿volveremos a vernos?"La maestra sonrió y respondió: "Claro que sí, pequeño.

Tal vez no todos los días como antes, pero cuando quieran visitarme o necesiten algún consejo, estaré aquí esperándolos". Los niños se secaron las lágrimas y comenzaron a aplaudir con alegría.

Habían comprendido que aunque su etapa en el jardín de infantes había llegado a su fin, siempre tendrían un lugar especial en el corazón de la señorita Laura. Así terminó ese último día del jardín de infantes "Rayito de Sol". Los niños se despidieron con abrazos cálidos y palabras llenas de amor hacia su maestra.

Y así fue como cada uno siguió su camino hacia nuevas aventuras educativas pero siempre recordando aquellos años mágicos en el jardín de infantes donde aprendieron a volar alto y soñar sin límites.

FIN.

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