Héctor, el búho sabio



En lo más profundo del bosque, en un claro lleno de almendros en flor, vivía un sabio búho llamado Héctor.

Héctor era conocido por su voz melodiosa y sus consejos sabios que siempre ayudaban a los demás animales del bosque. Un día, mientras cantaba en lo alto de un almendro en flor, escuchó unos sollozos provenientes de abajo. Curioso, bajó volando para ver qué pasaba. Se encontró con Lola, una ardilla traviesa que estaba llorando desconsolada.

"¿Qué te sucede, querida Lola?", preguntó el búho con ternura. "Oh Héctor, he perdido mi collar de bellotas favorito y no puedo encontrarlo en ningún lado", respondió la ardilla entre sollozos.

Héctor pensó por un momento y luego le dijo a Lola: "No te preocupes, amiga mía. Volaré sobre el bosque y buscaré tu collar desde arriba. Seguro que desde las alturas podré verlo".

Y así fue como el búho emprendió vuelo sobre el frondoso bosque, buscando entre los árboles y arbustos el collar perdido de Lola. Después de un rato sobrevolando el lugar, divisó algo brillante entre las ramas de un roble centenario.

¡Era el collar de bellotas! Con cuidado tomó el collar con sus garras y regresó al lado de Lola, quien se secaba las lágrimas aún sin creer lo que veían sus ojos. "¡Héctor! ¡Has encontrado mi collar! ¡Eres increíble!", exclamó la ardilla emocionada.

El búho sonrió con humildad y le entregó el collar a Lola. "Aquí tienes tu preciado tesoro. Recuerda ser más cuidadosa la próxima vez", le aconsejó amablemente.

Lola abrazó al búho con cariño y le dio las gracias una vez más antes de despedirse para volver a su madriguera. Mientras tanto, otros animales del bosque habían presenciado toda la escena y quedaron impresionados por la generosidad y sabiduría de Héctor.

Desde ese día, todos los habitantes del bosque acudían al almendro en flor donde cantaba Héctor para pedirle consejos o simplemente disfrutar de su hermosa voz. El búho se convirtió en una especie de guía espiritual para todos ellos, enseñándoles valiosas lecciones sobre amistad, solidaridad y respeto por la naturaleza.

Y así fue como Héctor el búho siguió cantando en lo alto del almendro en flor durante mucho tiempo más, iluminando los corazones de todos aquellos que tenían la fortuna de cruzarse con él en aquel mágico rincón del bosque encantado.

FIN.

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