Héctor y la Forma Perfecta
Había una vez en un lejano país llamado Geometría, donde todas las figuras geométricas vivían en armonía y felicidad. En este lugar mágico, cada figura tenía su propia personalidad y habilidades especiales.
En el centro de Geometría se encontraba la escuela "El Polígono Feliz", donde asistían todas las figuras geométricas para aprender y divertirse juntas. Había círculos amigables, triángulos traviesos, cuadrados ordenados y rectángulos curiosos.
Un día soleado, la maestra Poligonita anunció que se acercaba el Gran Concurso de Figuras Geométricas y que el ganador recibiría un premio muy especial. Todas las figuras estaban emocionadas y ansiosas por participar. "¡Vamos chicos! ¡Es hora de practicar para el concurso!", exclamó la maestra Poligonita con entusiasmo.
Los círculos rodaban felices por el patio, los triángulos saltaban de emoción, los cuadrados formaban patrones perfectos y los rectángulos medían todo a su alrededor. Sin embargo, no todos estaban contentos.
El hexágono Héctor se sentía inseguro porque pensaba que su forma no era tan interesante como las demás figuras. Se pasaba horas mirándose en el espejo preguntándose si ser diferente era malo. "¿Qué te pasa, Héctor? ¿Por qué no te unes a nosotros?", le preguntaron preocupados sus amigos.
"No sé si puedo competir en el concurso... soy solo un hexágono aburrido", respondió tristemente Héctor. Sus amigos lo rodearon con cariño y le recordaron lo especial que era: "Tú eres único, Héctor.
Tu forma tiene seis lados iguales y seis ángulos también iguales. Eres increíble tal como eres". Con el apoyo de sus amigos, Héctor comenzó a practicar duro para el concurso.
Aprendió a moverse ágilmente entre las demás figuras e incluso descubrió nuevos patrones que formar con ellas. Finalmente llegó el día del Gran Concurso de Figuras Geométricas.
Las figuras demostraron todo lo aprendido: los círculos hacían piruetas perfectas, los triángulos formaban pirámides imposibles, los cuadrados creaban laberintos sorprendentes y los rectángulos medían distancias exactas. Cuando llegó el turno de Héctor, todos contuvieron la respiración.
Para sorpresa de todos, Héctor realizó una coreografía única en la cual mostraba la versatilidad de sus seis lados bailando al ritmo de la música con gracia y estilo propio. Al final del concurso, la maestra Poligonita anunció al ganador: ¡HÉCTOR EL HEXÁGONO! Todos aplaudieron emocionados mientras Héctor sonreía radiante por su logro.
"¡Gracias a todos por creer en mí! ¡Nunca más dudaré de mi forma única!", expresó emocionado Héctor ante sus amigos.
Desde ese día en adelante, Héctor se convirtió en un ejemplo para todas las figuras geométricas de Geometría: demostró que ser diferente es maravilloso y que cada uno tiene algo especial que aportar al mundo.
FIN.