Hermanas Unidas
Había una vez dos hermanas llamadas Camila y Paula. Eran muy diferentes entre sí, pero también eran las mejores amigas. Sin embargo, últimamente habían estado peleando mucho y su mamá, Karina, estaba cansada de eso.
Un día, después de otra fuerte discusión entre Camila y Paula, su mamá decidió tomar medidas drásticas. Las llevó a ambas al jardín trasero y las amarró con una cuerda.
Las niñas se miraron sorprendidas y enojadas por esta acción tan inusual. "Mamá, esto no es justo", protestó Camila mientras intentaba soltarse de la cuerda. "¡Exactamente! No es justo que siempre estén peleando", replicó Karina con firmeza. "Es hora de que aprendan a trabajar juntas como equipo".
Camila y Paula se quedaron calladas por un momento, procesando lo que su mamá les acababa de decir. Ambas sabían que tenían razón; no podían seguir peleándose todo el tiempo. Fue entonces cuando escucharon un ladrido proveniente del patio trasero.
Era Leito, su fiel perrito mascota. Leito parecía estar preocupado por la situación y comenzó a ladrarles insistente. "-¡Tranquilo Leito! ¡Ya casi terminamos aquí!", dijo Paula intentando calmar al pequeño perro.
Karina sonrió al ver cómo sus hijas trataban de tranquilizar a Leito mientras seguían atadas una a la otra. Decidió darles una oportunidad para aprender la lección que tanto necesitaban.
"Miren chicas", comenzó Karina con voz serena, "ustedes dos son hermanas y siempre se tendrán la una a la otra. Pero también necesitan aprender a trabajar juntas, a respetarse y apoyarse mutuamente". Camila y Paula reflexionaron sobre las palabras de su mamá mientras Leito continuaba ladrando, como si estuviera animándolas.
"-Tienes razón, mamá", dijo Camila con voz suave. "-Debemos dejar de pelear y comenzar a trabajar en equipo". Paula asintió emocionada. "-Sí, vamos a hacerlo por nosotras mismas y por Leito". Karina se acercó a ellas para desatarlas de la cuerda.
Las niñas se abrazaron, prometiendo dejar atrás las peleas y comenzar una nueva etapa trabajando juntas. A partir de ese día, Camila y Paula aprendieron el valor del trabajo en equipo.
Comenzaron a ayudarse mutuamente en sus tareas escolares, compartieron sus juguetes sin discutir e incluso planificaron divertidas actividades juntas. Leito siempre estaba cerca de ellas, recordándoles con su ladrido que debían mantenerse unidas como equipo.
Con el tiempo, las peleas entre las hermanas se volvieron menos frecuentes hasta que prácticamente desaparecieron por completo. Camila y Paula entendieron que no importaba cuán diferentes fueran; podían superar cualquier obstáculo siempre que trabajaran juntas como un verdadero equipo.
Y así fue cómo aprendieron una valiosa lección: la importancia del amor fraternal y la colaboración. Desde aquel día, Camila y Paula vivieron felices trabajando en equipo gracias al poderoso vínculo que solo unas hermanas pueden tener.
Y Leito, el perrito fiel, siempre estuvo a su lado, recordándoles que juntas podían lograr cualquier cosa. Y así concluye esta historia de amor fraternal y trabajo en equipo, una lección inspiradora para todos los niños y niñas que aprendieron que la unión hace la fuerza.
FIN.