Hermanitas del espacio


Sara y Candelaria eran dos hermanitas muy curiosas que siempre se preguntaban sobre el universo. Un día, mientras miraban las estrellas desde su jardín, decidieron que querían explorar el espacio y descubrir todos sus secretos.

- ¿Te imaginas si pudiéramos viajar a la Luna? - dijo Sara con entusiasmo. - ¡O a Marte! - respondió Candelaria emocionada. De repente, un rayo de luz brillante apareció en el cielo y envolvió a las niñas.

Cuando abrieron los ojos, se encontraron flotando en una nave espacial. - ¡Estamos en el espacio! - gritaron al unísono. La nave era increíblemente grande y estaba llena de botones y pantallas brillantes.

Las niñas no sabían qué hacer, pero pronto vieron una figura extraña acercándose a ellas. Era un pequeño extraterrestre verde con grandes ojos negros. A pesar de su apariencia asustadiza, las niñas no pudieron evitar sentirse curiosas por él.

- Hola - dijo Sara tímidamente -, ¿quién eres? El extraterrestre respondió con un sonido chirriante que ninguna de las niñas entendía. Pero entonces algo increíble sucedió: la nave comenzó a moverse hacia adelante como si supiera exactamente adónde ir.

Las mellizas se aferraron fuertemente al asiento mientras la nave atravesaba el espacio a una velocidad vertiginosa. Miraban por la ventana maravilladas mientras pasaban por planetas coloridos e innumerables estrellas brillantes. Pero justo cuando comenzaron a sentirse seguras, algo salió mal.

La nave empezó a temblar y las luces parpadearon. - ¡Ayuda! - gritó Candelaria -, ¿qué está pasando? El extraterrestre miró la pantalla con preocupación y emitió un sonido de alarma. Parecía que estaban en problemas. Las niñas se dieron cuenta de que debían hacer algo.

Recordaron todas las películas espaciales que habían visto y decidieron trabajar juntas para solucionar el problema. Sara presionó algunos botones mientras Candelaria observaba los medidores de la nave.

Juntas, lograron arreglar el motor y volver a encaminarse hacia su destino. Finalmente, llegaron a un planeta desconocido lleno de criaturas extrañas y paisajes espectaculares. El extraterrestre les explicó que había una misión muy importante para ellas: ayudar a salvar el universo del peligroso villano Zorg.

Las niñas sabían que esta era su oportunidad para convertirse en verdaderas heroínas del espacio. Se pusieron sus trajes especiales y se subieron a bordo de otra nave para ir en busca del malvado Zorg.

Después de una larga lucha contra robots gigantes y naves espaciales malignas, finalmente encontraron al villano escondido en una cueva oscura. Con valentía, enfrentaron al malvado ser hasta derrotarlo completamente.

Cuando regresaron triunfantes al planeta donde habían comenzado su aventura, fueron recibidas como auténticas heroínas por todos los habitantes del lugar. La experiencia había sido increíble e inolvidable, y las niñas se dieron cuenta de que podían lograr cualquier cosa si trabajaban juntas y nunca perdían la esperanza.

- Nunca hubiera imaginado que podríamos ser astronautas - dijo Candelaria sonriendo. - ¡Y heroínas del espacio! - agregó Sara emocionada. Las mellizas se abrazaron mientras observaban el universo con asombro. Sabían que habían aprendido mucho sobre el valor de la amistad, la perseverancia y el coraje.

Y también sabían que siempre tendrían un lugar especial en su corazón para aquel pequeño extraterrestre verde que les había dado una oportunidad única en la vida.

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