Hermanitas solidarias
En un pequeño pueblo llamado Villa Feliz vivían dos hermanitas muy traviesas: Sara y Juanita. Sara, la mayor, tenía una imaginación tan grande que se creía Superman y siempre estaba inventando travesuras junto a su amigo Jorge.
Un día, la profesora de la escuela, la señorita Ana, les pidió a los alumnos que escribieran una redacción sobre sus sueños más grandes.
Sara no dudó ni un segundo en contarle a todos que ella era Superman y que volaba por el cielo salvando gatitos de los árboles. La señorita Ana trató de explicarle con paciencia que Superman era un personaje de ficción, pero Sara no le hizo caso y se burló de ella junto a Jorge.
"¡Jorge, vamos a hacerle una broma a la señorita Ana! Vamos a pintarle la silla para que cuando se siente parezca un arcoíris", dijo Sara con una risa maliciosa. Jorge asintió emocionado y los dos comenzaron a planear su travesura.
Sin embargo, cuando estaban a punto de llevarla a cabo, Juanita apareció en el salón y les miró con tristeza. "¿Qué están haciendo? No está bien portarse así con la señorita Ana.
Ella siempre nos trata con cariño y respeto", dijo Juanita en tono serio. Sara sintió un nudo en el estómago al ver la decepción en los ojos de su hermana menor. Reflexionó unos segundos y finalmente decidió escucharla. "Tienes razón, Juanita.
No está bien lo que íbamos a hacer. Lo siento mucho", dijo Sara avergonzada. Los tres hermanos limpiaron rápidamente todo rastro de pintura y fueron juntos donde la señorita Ana para disculparse por su comportamiento.
La profesora les sonrió comprensiva y les recordó lo importante que es actuar con bondad hacia los demás. A partir de ese día, las travesuras quedaron atrás para Sara. Comenzó a usar su imaginación para ayudar a otros niños en lugar de gastar bromas pesadas.
Junto a Jorge y Juanita formaron un equipo solidario que realizaba obras benéficas en el pueblo: limpiaban parques, ayudaban en el comedor comunitario e incluso organizaron una colecta para comprar juguetes nuevos para los niños más necesitados.
La actitud positiva de Sara inspiró a sus compañeros y pronto toda Villa Feliz se sumó al espíritu solidario del grupo liderado por las hermanitas traviesas.
La señorita Ana estaba orgullosa del cambio positivo que había logrado gracias al poder del amor y la empatía. Y así, gracias al ejemplo de generosidad y amistad dado por Sara, Jorge y Juanita aprendieron juntos una valiosa lección: las acciones buenas traen consigo felicidad genuina tanto para quienes las reciben como para quienes las realizan.
FIN.