Hermanos del espacio



Había una vez dos hermanitos llamados Valentino e Isabella. Ellos eran muy diferentes en sus gustos y aficiones, lo que a veces los llevaba a tener discusiones y peleas.

Un día, mientras jugaban en su habitación, Isabella se escondió debajo de la cama y comenzó a maullar como un gato. Valentino no entendía por qué ella hacía eso, y le preguntó:- ¿Por qué te comportas así? Tú no eres un gato. - Pero yo quiero serlo -respondió Isabella-.

Los gatos son lindos y ágiles, me gusta su pelaje suave y sus ojos brillantes. Valentino se encogió de hombros, sin entender del todo las razones de su hermana.

Él prefería jugar con sus muñecos de Hulk y soñar con viajar al espacio exterior. - ¿Por qué no puedes ser como yo? -dijo él-.

Hulk es el mejor superhéroe de todos, ¡y yo quiero ser tan fuerte como él! Isabella frunció el ceño ante la respuesta de Valentino. A ella no le gustaba nada el color verde ni las peleas violentas que tenía Hulk en los cómics. - Pero eso es aburrido -se quejó ella-.

Yo prefiero jugar con mis princesas y hacer fiestas en mi castillo imaginario. Valentino rodó los ojos, pensando que las princesas eran demasiado cursis para su gusto. Él prefería enfrentarse a extraterrestres malvados o explorar planetas desconocidos.

La discusión entre ellos seguía creciendo cada vez más intensa hasta que apareció su mamá en la puerta. - ¿Qué está pasando aquí? -preguntó ella con una sonrisa. Valentino e Isabella se miraron el uno al otro, sin saber qué responder.

Se sentían un poco avergonzados por haber estado peleando tanto tiempo. - Estábamos jugando a ser diferentes cosas -dijo Isabella tímidamente-. Yo quería ser un gato y Valentino quería ser Hulk. - Y yo quiero ir al espacio exterior -añadió Valentino con entusiasmo-.

Pero ella sólo quiere jugar con princesas todo el día. La mamá los escuchó atentamente y les dijo:- Saben, chicos, no hay nada de malo en tener gustos diferentes. Cada persona es única y especial, y eso es lo que nos hace interesantes.

Lo importante es aprender a respetar las opiniones del otro y encontrar formas de jugar juntos sin pelearse. Valentino e Isabella reflexionaron sobre las palabras de su madre.

Ella tenía razón: ambos tenían derecho a ser quienes quisieran ser sin criticar al otro por sus elecciones. Así que decidieron hacer algo diferente esa tarde: construyeron una nave espacial gigante con almohadas y mantas, donde Valentino era el piloto y Isabella era la copiloto.

Juntos viajaron por toda la galaxia imaginaria, visitando planetas extraños y luchando contra monstruos feroces para salvar a los habitantes del universo. Fue una aventura emocionante que los unió aún más como hermanos.

A partir de ese día aprendieron a apreciar sus diferencias y divertirse juntos sin importar cuán distintos fueran sus gustos o aficiones. Y así, Valentino e Isabella descubrieron que la verdadera diversión no está en ser iguales, sino en aprender a aceptarse y quererse tal como son.

FIN.

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