Hermanos en la casa de los espíritus amables


En una pequeña casa en las afueras de la ciudad vivían los hermanos Martina y Juan. Eran dos niños curiosos y valientes que siempre estaban en busca de aventuras.

Un día, escucharon rumores de que la casa vecina estaba embrujada por espíritus de gente que ya no estaba viva. Martina, la mayor, decidió investigar. Convenció a Juan para que la acompañara y juntos se adentraron en la misteriosa casa.

Al entrar, sintieron un escalofrío recorrer sus cuerpos, pero su valentía los impulsaba a seguir adelante. Al principio todo parecía normal, hasta que comenzaron a escuchar extraños murmullos y ver sombras moverse por las paredes.

De repente, apareció ante ellos el espíritu de una anciana con una sonrisa amable en el rostro. "¡Hola, niños! Soy Beatriz, una antigua habitante de esta casa. ¿Qué hacen aquí?", dijo la anciana con voz suave.

Martina tomó coraje y le contó sobre los rumores del pueblo acerca de los espíritus en esa casa. Beatriz rió con ternura y les explicó que no eran fantasmas malvados, sino almas bondadosas que cuidaban el lugar. "Hace muchos años atrás, esta casa era un refugio para quienes necesitaban ayuda.

Cuando partimos al más allá, decidimos quedarnos para velar por ella", explicó Beatriz. Los hermanos escuchaban fascinados cada palabra de Beatriz y sintieron un profundo respeto por esos espíritus protectores.

Decidieron ayudarles a mantener la casa en orden y convertirla en un lugar acogedor para todos. Día tras día, Martina y Juan visitaban la casa embrujada junto a sus nuevos amigos espirituales. Juntos arreglaban muebles rotos, limpiaban habitaciones abandonadas y sembraban flores en el jardín descuidado.

Con el tiempo, la vieja casa cobró vida nuevamente gracias al esfuerzo conjunto de los hermanos y los amables espíritus. Los vecinos dejaron de temerle e incluso empezaron a visitarla para disfrutar de su paz y tranquilidad.

Una noche, mientras contemplaban las estrellas desde el jardín iluminado por faroles antiguos, Beatriz se acercó a Martina y Juan con gratitud en sus ojos transparentes. "Gracias por devolverle la alegría a este hogar tan querido para nosotros", dijo emocionada.

Los hermanos abrazaron a Beatriz sintiéndose felices por haber superado sus miedos iniciales y haber encontrado verdaderos amigos más allá de lo visible.

Desde ese día en adelante, Martina y Juan siguieron visitando la casa encantada junto a los amables espíritus como parte importante de sus vidas llenas de aventuras e historias increíbles.

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