Hermanos Unidos


Había una vez dos hermanos llamados Juan y Pedro. Eran muy diferentes entre sí, pero se querían mucho. Sin embargo, Juan siempre sentía celos de su hermano menor. Juan era alto, atlético y muy talentoso en los deportes.

Siempre ganaba las competencias escolares y todos lo admiraban por sus habilidades. Por otro lado, Pedro era más bajo y no destacaba en ninguna actividad en particular.

Un día, la escuela organizó una carrera de atletismo para todos los estudiantes. Juan estaba emocionado porque sabía que sería el favorito para ganar. Pero cuando llegó el día de la carrera, se llevó una gran sorpresa.

"¡Bienvenidos a la gran carrera de atletismo! ¡En nuestras pistas tenemos a los mejores corredores de la escuela!", anunció el profesor. Juan miró alrededor y vio que todos estaban hablando sobre un nuevo estudiante llamado Andrés. Era un chico delgado con lentes y parecía muy tímido.

"Dicen que Andrés es realmente rápido", comentó uno de los compañeros de clase. Juan no podía creerlo. ¿Cómo alguien tan diferente a él podría ser mejor corriendo? Los celos comenzaron a invadir su corazón mientras esperaba su turno en la línea de partida.

La carrera empezó y Juan salió disparado como un rayo. Estaba decidido a demostrarle a todos que él seguía siendo el mejor corredor.

Pero cuando miró hacia atrás, vio algo inesperado: Andrés estaba justo detrás de él, pisándole los talones. Los metros avanzaban rápidamente y Juan sentía cómo sus piernas comenzaban a cansarse. A pesar de su esfuerzo, Andrés lo alcanzó y lo superó en los últimos segundos.

"¡Ganador! ¡El primer lugar es para Andrés!", anunció el profesor. La multitud estalló en aplausos mientras Juan miraba a Andrés con asombro y un poco de envidia. Después de la carrera, Juan se acercó a Andrés y le dijo:"Felicidades por ganar la carrera. Eres realmente rápido".

Andrés sonrió amablemente y respondió:"Gracias, pero quiero decirte algo. Admiro mucho tus habilidades atléticas y siempre quise ser tan bueno como tú. Pero también aprendí que cada uno tiene sus propias fortalezas".

Juan se sintió confundido por las palabras de Andrés. "¿A qué te refieres?", preguntó curioso. Andrés explicó:"Tú eres increíblemente talentoso en los deportes, pero yo me destaco más en otras áreas, como las matemáticas o la música. Todos tenemos nuestras propias cualidades únicas".

Las palabras de Andrés resonaron en el corazón de Juan. Comenzó a darse cuenta de que los celos solo le habían impedido ver las cosas buenas que tenía él mismo.

A partir de ese día, Juan dejó atrás los celos y comenzó a apreciar sus propios talentos. También empezó a admirar las habilidades especiales de su hermano Pedro. Se dio cuenta de que Pedro era muy creativo e imaginativo. Siempre dibujando y contando historias fascinantes.

Juan decidió ayudar a su hermano menor a desarrollar aún más sus talentos, animándolo a participar en concursos de arte y a escribir sus propias historias.

Con el tiempo, los hermanos se dieron cuenta de que no importaba quién era mejor en algo, sino cómo podían apoyarse mutuamente y celebrar las fortalezas de cada uno. Aprendieron que los celos solo traen tristeza y alejan a las personas.

Y así, Juan y Pedro vivieron felices, disfrutando juntos de todas las cosas maravillosas que tenían para ofrecerse mutuamente. Fin.

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