Hermione y los Límites Mágicos
Había una vez en un pequeño pueblo, una niña llamada Hermione. A Hermione le encantaba la magia. Pasaba horas leyendo libros sobre hechizos y creando pociones en su laboratorio improvisado en el jardín. Un día, decidió que era el momento de demostrar a sus amigos lo que había aprendido.
Esa tarde, convocó a sus amigos Tomás, Luisa y Nacho para un espectáculo mágico. "¡Chicos, hoy seré la mejor maga del mundo!"- exclamó emocionada. Todos aplaudieron, expectantes.
Hermione comenzó su espectáculo, y con un giro de varita hizo aparecer flores de coloridos colores, y hasta pequeños fueguitos de luces danzantes. "¡Wow!"- gritaron sus amigos. Pero de repente, Luisa, que también quería participar, exclamó: "¡Deberías dejarme hacer un truco!"- Sin pensar, Hermione, no queriendo que nadie se sintiera mal, asintió.
Hermione le pasó su varita a Luisa. "Podés usarla para hacer magia también, pero tené cuidado"- le dijo un poco insegura. Luisa, emocionada, comenzó a intentar un truco, pero no le salió como esperaba. En vez de flores, ¡se llenó el aire de burbujas enormes que estallaban al chocarse!"¡Esto no es lo que quería!"- se quejó Luisa, frustrada.
Hermione sintió una punzada en su corazón. "¿Y si no soy una buena maga?"- pensó. En su desesperación por complacer a los demás, había olvidado que también debía cuidar de su propio espacio mágico.
Al día siguiente, decidió que era hora de hablar con sus amigos. "Chicos, quiero contarles algo"- empezó. "Ayer, cuando dejé que Luisa usara mi varita, no me sentí muy bien. A veces, necesito que respeten mi magia también."- Todos miraron a Hermione con atención.
Tomás, el más observador, dijo: "Es verdad, Hermione. A veces nos olvidamos de lo que es importante para vos. Pero ¿qué podemos hacer para ayudarte?"- Hermione sonrió, al ver que sus amigos la escuchaban.
"Podemos tener un club de magia, ¿qué les parece? Donde podamos compartir, pero también respetar los límites de cada uno. Cada uno tendrá su momento para brillar. Yo puedo mostrar mis trucos, y ustedes los suyos sin interrumpir. Así todos nos divertimos."- propuso.
Los amigos acordaron, emocionados con la idea. Así nació el "Club Mágico de Hermione", donde cada semana uno de ellos era el protagonista. Cada uno tenía su propio espacio y todos aprendían unos de otros, compartiendo ideas y trucos.
Un día, durante el club, Nacho, que era un poco tímido, hizo un truco por primera vez y se sintió tan feliz cuando todos aplaudieron. "¡Lo logré!"- exclamó, sorprendido. Hermione se sintió orgullosa. "¡Ves, esto es lo bello de establecer límites! Todos podemos brillar a nuestra manera, cada uno en su tiempo"- le dijo.
Desde ese día aprendieron a respetar los deseos y espacios de cada uno. A veces, si uno quería un poco más de silencio, los demás lo comprendían. Y así, poco a poco, no solo se hicieron mejores magos, sino también mejores amigos, construyendo un lazo basado en el respeto.
Con el tiempo, Hermione entendió que, a veces, la verdadera magia estaba en poner límites claros. "¡Soy una gran maga!"- se decía a sí misma, sonriendo. Y ya no se sentía menos por cuidar su espacio. Sabía que respetar y ser respetado era la magia más grande de todas.
Y así, junto a sus amigos, Hermione siguió creando increíbles trucos, pero lo más importante, en el corazón de cada uno siempre latía la lección de que el respeto es el primer paso hacia cualquier magia en la vida. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado...
FIN.