Héroe y el Espacio Mágico



Había una vez en un colorido barrio de Buenos Aires, un niño llamado Héroe. Era un chico valiente, con un corazón grande y una imaginación aún más amplia. A menudo, Héroe pasaba sus días explorando el parque cercano, donde soñaba con ser un superhéroe. Pero en su aventura más reciente, iba a aprender una lección importante sobre el espacio personal.

Un día soleado, Héroe decidió invitar a sus amigos, Sofía y Lucas, a jugar con él. Construyeron una fortaleza de almohadas en el jardín de Héroe y se sumergieron en sus juegos imaginarios. Todo iba perfecto, hasta que Lucas, muy entusiasmado, comenzó a saltar alrededor, gritando:

"¡Soy un dragón! ¡Voy a devorar la fortaleza!"

En su algarabía, Lucas se acercó demasiado a Héroe y le dio un pequeño empujón que lo hizo caer al suelo.

"¡Ey! ¡Eso no está bien!" - dijo Héroe, un poco sorprendido y confundido.

"Perdón, Héroe. No quise" - respondió Lucas con una sonrisa traviesa.

A medida que continuaron jugando, Héroe se dio cuenta de que Lucas, aunque divertido, no paraba de estar muy cerca de él. A veces, lo tocaba sin preguntar, y eso lo hacía sentir incómodo. Entonces, decidió que era momento de hablar.

"Lucas, me gustaría hablar con vos un segundo" - dijo Héroe, tomando una bocanada de aire.

Lucas se acercó, con una mirada curiosa.

"¿Qué pasa?" - preguntó.

"A veces no me gusta que me toquen sin preguntar, como cuando te acercás mucho o cuando empujás. Necesito un poquito más de espacio personal" - explicó Héroe, que sabía que eso era importante.

Sin embargo, Lucas pareció confundido. Él pensaba que los amigos podían estar siempre cerca.

"No sabía que te molestaba, Héroe. No quise ofenderte. Si me decís, puedo intentar estar un poco más lejos mientras jugamos" - dijo Lucas, visiblemente arrepentido.

"¡Gracias! Eso sería genial. A veces, ¡el espacio personal es como tener un superpoder!" - dijo Héroe, con una sonrisa en su rostro.

Sofía, que había estado escuchando, intervino para ayudar.

"Yo también creo que es importante. A veces solo queremos nuestro espacio para pensar o jugar tranquilos. Podemos jugar juntos, pero respetemos el espacio de cada uno" - sugirió Sofía.

Los tres amigos se dieron cuenta de que era posible seguir divirtiéndose y respetar los límites de cada uno al mismo tiempo. Así que decidieron inventar un juego nuevo: "La Isla del Espacio Personal".

"En este juego, solo podemos acercarnos cuando alguien lo permite. Si alguien dice '¡Espacio!', todos deben retroceder un paso" - explicó Héroe, emocionando a sus amigos con la idea.

Entonces, comenzaron a jugar, y cada vez que alguien sentía que necesitaba más espacio, decía "¡Espacio!", y todos hacían un paso atrás, riendo.

El juego fue un éxito y, a medida que pasaba el tiempo, Héroe se sintió más seguro. Lucas y Sofía aprendieron que siempre es bueno preguntar antes de tocar a alguien y que el espacio personal es importante para que todos se sientan cómodos.

Esa tarde aprendieron sobre la importancia de la comunicación y del respeto, y Héroe no solo se sintió más fuerte como amigo, sino que también se convirtió en un verdadero héroe en el reconocimiento de su propio espacio y el de los demás.

Al final del día, sentados juntos en la fortaleza de almohadas, Héroe, Lucas y Sofía sonrieron satisfechos, sabiendo que cada uno tenía su superpoder especial: el de ser amigos que respetan el espacio personal.

"¡Este fue el mejor día! ¡Nunca dejemos de jugar así!" - exclamó Héroe, mientras sus amigos asentían con entusiasmo.

Desde ese día, Héroe supo que ser un superhéroe no solo significaba hacer cosas grandiosas, sino también cuidar y respetar a sus amigos. Y así, siguió explorando su mundo con su corazón valiente y su sabiduría recién adquirida sobre el espacio personal, viviendo muchas más aventuras por venir.

FIN.

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