Héroes de la Imaginación
Era una soleada mañana en el barrio de Alma y Hugo. Los rayos del sol se filtraban a través de las cortinas mientras los pájaros cantaban alegremente.
Alma, una niña curiosa y llena de energía, se despertó con un hambre voraz después de haber tenido un sueño inquietante la noche anterior. Al bajar las escaleras hacia la cocina, notó que su madre no estaba allí preparando el desayuno como siempre lo hacía.
En cambio, encontró a su hermano Hugo sentado en la mesa con cara de preocupación. - Buenos días, Hugo. ¿Dónde está mamá? Tengo mucha hambre -dijo Alma mientras bostezaba. Hugo miró a su hermana menor con ternura y trató de ocultar su angustia.
- Mamá tuvo que ir al hospital muy temprano esta mañana, pero no te preocupes, solo es para hacerse unos chequeos rutinarios. Estará bien -respondió Hugo intentando tranquilizarla.
Aunque Alma confiaba plenamente en las palabras de su hermano mayor, algo dentro de ella le decía que había algo más detrás de esa explicación. Decidió investigar por sí misma y encontrar respuestas.
Después del desayuno improvisado que prepararon juntos, Alma fue a buscar algunas provisiones para llevarle comida a su mamá al hospital. A pesar de estar asustada por lo ocurrido durante la noche anterior y por la ausencia repentina de su madre, tenía claro que debía ser valiente y enfrentar sus miedos para ayudar a quienes amaba.
Caminando hacia el hospital con una bolsa llena de sándwiches y frutas, Alma se encontró con un anciano amable que le preguntó adónde iba. - Voy al hospital para llevarle comida a mi mamá.
Mi hermano me dijo que está allí -respondió Alma con una mezcla de determinación y preocupación en su voz. El anciano sonrió y le acarició la cabeza cariñosamente. - Eres una niña muy valiente, Alma. Pero déjame decirte algo importante: los monstruos no existen.
A veces, nuestros miedos pueden hacer que veamos cosas que no están realmente allí. Es posible que tu madre solo necesite descansar en casa y por eso Hugo te mintió para protegerte.
Alma quedó sorprendida por las palabras del anciano, pero también sintió un alivio inmenso. Quizás todo había sido producto de su imaginación asustada después del cuento de terror de su madre. Decidió regresar a casa y enfrentar la verdad con su hermano Hugo.
Al llegar, encontró a Hugo hablando ansiosamente por teléfono mientras miraba hacia la puerta esperando el regreso de Alma. - ¡Hugo! -exclamó Alma emocionada-.
No hay ningún monstruo, solo fue mi imaginación jugándome una mala pasada después del cuento de mamá anoche. Hugo dejó el teléfono y abrazó a su hermana menor con fuerza. - Me alegra tanto escuchar eso, Alma. Nunca quise mentirte, pero pensé que así estarías más tranquila si creías que mamá estaba bien en el hospital.
Lo siento mucho por haberte asustado -dijo Hugo arrepentido pero aliviado al mismo tiempo. A partir de ese día, Alma y Hugo aprendieron que la comunicación y la honestidad son fundamentales en una familia.
Juntos superaron el miedo y se prometieron estar siempre allí el uno para el otro, sin importar las dificultades que pudieran enfrentar. Y así, Alma descubrió que los monstruos solo existen en nuestra imaginación y que siempre hay una solución cuando nos apoyamos mutuamente.
Aprendió a ser valiente y afrontar sus miedos con coraje, recordando siempre que la verdad es más poderosa que cualquier cuento de terror.
FIN.