Héroes del Medio Ambiente
Era un día soleado en el barrio de Don Jacinto, donde la naturaleza se lucía en todo su esplendor. Don Jacinto, un anciano con barbas blancas y una sonrisa contagiosa, siempre había sido un apasionado del cuidado del medio ambiente. Su fiel compañero, Mechero, un pequeño perro con una gran energía, lo acompañaba a todas partes.
Una mañana, mientras paseaban por el parque, notaron algo extraño. "Mechero, mirá eso..."-, dijo Don Jacinto, señalando un montón de basura esparcida por todo el lugar. "¡Guau! ¿Qué está pasando?"-, ladró Mechero, con su cola moviéndose rápidamente.
Don Jacinto se agachó y recogió una envoltura de golosinas. "Esto no puede seguir así. La contaminación está afectando a nuestras plantas y animales. Tenemos que hacer algo, Mechero."-
Pero Don Jacinto no sabía cómo podría solucionar este problema tan grande. Entonces, se le ocurrió una idea brillante. "Haremos una gran fiesta de limpieza en el parque y invitaremos a todos los vecinos. ¡Vamos a demostrar que podemos cuidar de nuestro barrio!"-
Emocionado, Don Jacinto fue puerta a puerta, invitando a cada uno de sus vecinos. "¿Quieren ayudarme a limpiar el parque este sábado? Habrá música, comida, y lo más importante: ¡podremos jugar y disfrutar de la naturaleza limpia!"-
Al principio, algunos vecinos parecían desinteresados. "No es nuestra responsabilidad, Don Jacinto"-, dijeron. Pero Don Jacinto no se rindió. "Si todos nos unimos, podemos hacer una gran diferencia. ¡Vamos a ser héroes por un día!"-
Esa misma tarde, Mechero tuvo una idea. Mientras jugaba en el parque, encontró un grupo de niños jugando a la pelota. "¡Chicos!"-, ladró, atrayendo su atención. "Don Jacinto está organizando una fiesta de limpieza, ¿por qué no se suman?"-
Los niños, intrigados, se acercaron. "¿De verdad habrá comida y juegos?"-, preguntó uno de ellos. "Sí, y también premios para quienes traigan más basura"-, respondió Mechero, entusiasmado.
Los niños comenzaron a correr hacia sus casas, gritando a sus padres. "¡Vamos a ayudar a Don Jacinto a limpiar el parque!"-
El sábado llegó, y al parque fueron todos: familias, amigos, niños y hasta algunos abuelos. La energía era contagiosa. "¡Está lleno de gente!"-, exclamó Don Jacinto, radiante de felicidad. "Esto es solo el comienzo"-, le dijo a Mechero.
Con guantes y bolsas, comenzaron a recoger basura. Cada vez que alguien encontraba un objeto inusual, todos se reían. "¡Mirá este zapato!"-, gritó un niño, levantando una zapatilla vieja. "Parece que alguien se olvidó de su día de limpieza."-
Pero de repente, mientras recogían, Mechero notó algo. "¡Los árboles!"-, ladró. Los árboles estaban cubiertos de una extraña sustancia.
"¿Qué será eso?"-, se preguntó Don Jacinto. "¡Es pintura! La gente no sabe que no puede tirar eso aquí."-
Don Jacinto pensó rápido. "¡Vamos a llamar a la municipalidad!"- Y así lo hicieron. Al poco tiempo, llegaron los funcionarios y, juntos, contaron cómo cuidar mejor del ambiente, explicando la importancia de cubrir adecuadamente los residuos.
La comunidad se unió más que nunca. No solo limpiaron el parque, sino que también aprendieron a reducir la contaminación. "¡Ahora vamos a hacer compost!"-, sugirió un vecino. "Y podemos plantar más árboles"-, agregó otro entusiasmado.
Después de la limpieza, los vecinos disfrutaron de un almuerzo compartido, y Don Jacinto sintió que su esfuerzo había valido la pena. Los niños jugaban y reían, todos estaban felices. "Hoy hemos hecho algo maravilloso juntos, ¡pero no podemos parar aquí!"-, dijo Don Jacinto. "Necesitamos seguir cuidando de nuestro barrio todos los días."-
Y así, Don Jacinto y su fiel amigo Mechero no solo lograron limpiar su parque, sino que también inspiraron a toda una comunidad a convertirse en defensores del medio ambiente. Desde entonces, se organizan encuentros periódicos para seguir cuidando el parque y aprender sobre la naturaleza.
Como un gran héroe, Don Jacinto y Mechero habían creado una verdadera revolución en su barrio.
FIN.