Holly y la bruja amable


Holly era una niña tímida y curiosa que vivía en un pequeño pueblo rodeado de bosques frondosos. Un día, mientras paseaba por la plaza del pueblo, escuchó a un grupo de señoras mayores hablando sobre plantas mágicas y pociones.

- ¡Dicen que la hierba de San Juan tiene poderes curativos! -exclamaba una de ellas. - Y no te olvides del romero para alejar las malas energías -agregaba otra.

Holly se quedó fascinada con la conversación y decidió acercarse para escuchar más. Las señoras hablaban con tanto entusiasmo que parecían brujas sacadas de un cuento. A partir de ese momento, Holly comenzó a interesarse en el mundo de la magia y las brujas.

Con el paso de los días, Holly empezó a observar detenidamente a las personas del pueblo, intentando descubrir quiénes eran brujas en secreto. Cualquier mujer mayor con una mirada misteriosa o que recolectara hierbas en el bosque era sospechosa para ella.

Un día, mientras seguía a una señora que siempre llevaba un sombrero puntiagudo y capa negra, creyó tener la prueba definitiva de que era una bruja. Decidió seguirla hasta su casa y espiarla desde afuera.

Sin embargo, lo que vio dentro la dejó sin aliento. La señora no estaba haciendo ningún hechizo ni conjuro oscuro; simplemente estaba tejiendo prendas para los niños del orfanato del pueblo.

Holly se sintió avergonzada por haber juzgado tan rápido a esa mujer solo por su apariencia. Esa noche, Holly no pudo conciliar el sueño pensando en lo mal que había actuado al juzgar a alguien sin conocerla realmente.

Al día siguiente, decidió disculparse con la señora e invitarla a tomar un té en su casa. Para su sorpresa, la señora aceptó encantada y le contó historias maravillosas sobre sus viajes por el mundo y su pasión por tejer.

Holly descubrió entonces que las apariencias podían ser engañosas y que cada persona guardaba secretos y talentos únicos. Desde ese día, Holly aprendió a no juzgar a los demás por su aspecto o sus intereses, sino a darles la oportunidad de mostrar quiénes eran realmente.

Se dio cuenta de que todos tenemos algo especial dentro de nosotros mismos y que vale la pena conocerlo antes de sacar conclusiones apresuradas.

Y así fue como Holly dejó atrás su timidez para convertirse en una niña valiente y comprensiva, dispuesta siempre a descubrir la magia oculta en cada persona que cruzara su camino.

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