Hortencia y la Luz del Sol



Había una vez en un hermoso jardín, una planta llamada Hortencia. Era una planta muy querida por todos los niños del vecindario, ya que sus flores llenaban de colores el entorno. Pero lo que nadie sabía era que Hortencia estaba sufriendo. Cada día, el sol brillaba con más intensidad, y sus rayos parecían más fuertes que nunca.

"¡Ay! ¡Qué calores hace hoy!" - suspiró Hortencia mientras sus hojas empezaban a marchitarse.

Ella sabía que necesitaba ayuda, pero no sabía a quién recurrir. Al ver que sus hojas se ponían marrones, decidió hablar con su amiga, la mariposa Lila.

"Lila, vení, por favor. No puedo más con este sol, me está quitando toda la fuerza. ¿Qué puedo hacer?" - le dijo Hortencia, con una voz muy triste.

"No te preocupes, Hortencia. Siempre hay algo que se puede hacer. Vamos a buscar a la señora Nube. Ella puede darnos algunos consejos" - sugirió Lila mientras aguantaba el aire.

Las dos amigas volaron juntas buscando a la señora Nube, una sabia nube que a menudo pasaba por el jardín. Cuando la encontraron, Hortencia le expuso su problema.

"Querida señora Nube, los rayos del sol son demasiado fuertes para mí. Me siento muy débil. ¿Qué puedo hacer?" - se quejó hortensia.

La señora Nube, con su calma característica, respondió:

"Querida Hortencia, a veces lo que necesitamos es adaptarnos. Quizás yo pique un poco el sol y te de un poco de sombra. ¡Pero hay algo más! Deberías aprender a utilizar el agua de manera más eficiente. El agua puede ser tu mejor amiga en estos tiempos calurosos."

"¿Agua? ¿Cómo?" - inquirió Hortencia, intrigada.

Señora Nube sonrió y explicó:

"Al amanecer, cuando la luz del sol es suave, absorbe la mayor cantidad de agua que puedas. Así, durante el día, tendrás más fuerzas para enfrentar el calor. Además, puedes abrir tus hojas en la mañana para tomar el sol suavemente y cerrarlas durante las horas más calurosas."

Hortencia se sintió llena de esperanza y bastante entusiasmada. Al día siguiente, siguió el consejo de la señora Nube. Se despertó temprano, absorbió agua y extendió sus hojas de forma estratégica. Notó que se sentía un poco mejor, aunque todavía había rayos que la hacían sentir débil.

Pero no todo terminaba ahí. La señora Nube, al ver lo bien que lo hacía Hortencia, decidió ayudarla un poco más.

"Hoy voy a crear un poco de sombra para vos.!" - anunció, y rápidamente se desplazó posicionándose sobre Hortencia.

"¡Gracias, señora Nube!" - exclamó Hortencia mientras sentía el alivio refrescante de la sombra.

Pasaron unos días y Hortencia se dio cuenta de que gracias al agua y a la sombra de la señora Nube, había recuperado su fuerza. Pronto empezó a florecer más que nunca, sus colores eran vibrantes y llenos de vida. El jardín era un lugar más hermoso, todos los niños venían a admirarla.

Sin embargo, una tarde, Hortencia vio que la señora Nube comenzaba a desaparecer.

"¡Señora Nube! ¿A dónde va?" - preguntó la planta con preocupación.

"No te preocupes, pequeña. Solo debo ir a hacer sombra en otros lugares. Pero siempre estaré aquí cuidando de vos desde lejos."

Hortencia sintió un vacío, pero entendió que aunque la señora Nube no estuviera siempre a su lado, había aprendido a cuidarse mejor. Y así, cuando el sol brillaba intenso, Hortencia recordaba los consejos de su amiga y se protegía como sabía hacerlo.

Más adelante, sobrepasó cada desafío que le traía la vida, siempre aprendiendo y adaptándose. Hector, el niño que jugaba bajo su sombra, una vez le preguntó:

"¿Cómo haces para estar siempre tan hermosa, Hortencia?"

Con una sonrisa orgullosa, Hortencia respondió:

"Mi secreto es adaptarme y aprender de mis desafíos. Siempre hay una forma de salir adelante, solo hay que buscar ayuda y escuchar las soluciones."

Y así, Hortencia no solo se convirtió en la planta más bella del jardín, sino también en una sabia guía para los que la rodeaban. Enseñando a los niños no solo a amar las plantas, sino también a enfrentar las adversidades con esfuerzo y optimismo.

Desde ese día, el jardín brilló aún más con la esperanza de aquellos que aprendieron a cuidarse y adaptarse, y Hortencia, con su espíritu resiliente, se volvió una leyenda entre los niños del vecindario.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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