Hueso y la valentía en la tormenta
Había una vez un pequeño perro llamado Hueso que vivía en un hermoso pueblo rodeado de montañas. Hueso era muy alegre y juguetón, siempre estaba corriendo y saltando por todos lados.
Un día, mientras jugaba cerca del río, Hueso resbaló y se lastimó una pata. El dolor era tan intenso que no podía moverse. Su dueño, Lucas, lo encontró llorando y rápidamente lo llevó al hospital de animales más cercano.
El hospital estaba lleno de olores extraños y había mucha humedad en el aire. Hueso se sentía asustado y triste por estar lejos de casa. La veterinaria, la Dra.
Marta, examinó su pata cuidadosamente y le dijo a Lucas que necesitarían operarlo para arreglar el huesito roto. Hueso tenía mucho miedo de la cirugía, pero sabía que era necesario para sanar su pata. Se despidió tristemente de Lucas antes de entrar al quirófano.
Cuando despertó después de la operación, Hueso sintió un vendaje en su pata y supo que estaba camino a recuperarse totalmente. La Dra. Marta le explicó que debía quedarse en el hospital durante unos días más para asegurarse de que todo estuviera bien.
Durante su estancia en el hospital, Hueso conoció a otros animales enfermos o heridos como él. Hablaba con ellos sobre sus aventuras antes del accidente e intentaba hacerles reír para alegrar sus días difíciles.
Un día llegaron noticias terribles al hospital: la tormenta más horrible que se había visto en años estaba por llegar. El viento soplaba fuerte y el cielo se oscurecía rápidamente. Los animales comenzaron a asustarse y querían huir del hospital antes de que la tormenta llegara.
Hueso, aunque tenía su pata vendada, decidió ayudar a sus nuevos amigos. Les dijo que no debían preocuparse, porque él sabía cómo encontrar una solución.
Recordó que cerca del hospital había un refugio seguro donde podrían estar protegidos de la tormenta. Con mucho esfuerzo, Hueso logró convencer a los demás animales para seguirlo hacia el refugio. Caminaron lentamente, uno detrás del otro, mientras Hueso lideraba el camino con valentía.
El viento soplaban cada vez más fuerte y la lluvia caía como si fuera hielo sobre ellos. Pero Hueso no se rindió y continuó guiando al grupo hasta llegar al refugio justo a tiempo. Todos los animales estaban muy agradecidos con Hueso por salvarlos de la tormenta.
Le dijeron lo valiente y generoso que era, y le prometieron ser amigos para siempre.
Después de unos días más en el hospital para asegurarse de que todos estuvieran bien después de la tormenta, finalmente llegó el momento de regresar a casa. Lucas fue a buscar a Hueso y quedó sorprendido al verlo rodeado de nuevos amigos felices y saludables.
Desde ese día en adelante, Hueso siguió siendo un perro juguetón pero también aprendió una gran lección: nunca rendirse ante las dificultades y siempre estar dispuesto a ayudar a los demás. Y así, Hueso y sus nuevos amigos vivieron muchas aventuras juntos, recordando siempre la valentía que demostraron en aquel horrible día de tormenta.
FIN.