Hugo, el Búho Enfadado



Había una vez un búho llamado Hugo, que vivía en un hermoso bosque lleno de luces y sombras. Hugo era un búho muy inteligente, pero tenía un gran problema: se enojaba por todo.

Un día, mientras volaba de rama en rama, vio a su amigo, el hámster Héctor, jugando con otros animalitos.

"¡Héctor! ¿Por qué no me invitaste a jugar?" - gritó Hugo, agitando sus alas con furia.

"Lo siento, Hugo. No quise ofenderte, simplemente estábamos jugando..." - respondió Héctor, con miedo.

Hugo se sintió aún más enojado y decidió alejarse volando. Desde ese día, su temperamento se volvió un problema. Cualquier cosa lo hacía enojar, desde un viento ligero que movía las hojas hasta el canto de un pájaro que no le gustaba.

Un atardecer, mientras buscaba un lugar tranquilo, se encontró con un sabio anciano, el herpetólogo Horacio, que pasaba por allí. Horacio había notado la tristeza en los ojos de Hugo.

"Hola, pequeño búho. ¿Qué te tiene tan enfadado?" - preguntó Horacio con calma.

"¡Todo me enfada! No puedo disfrutar de nada porque me enojo por cosas insignificantes" - protestó Hugo, con un tono de queja.

Horacio le sonrió y le dijo:

"Hugo, a veces es necesario aprender a respirar hondo y dejar ir esos sentimientos. La felicidad es mejor que el enojo, y el bosque siempre brilla más cuando uno está alegre".

Hugo se quedó pensando en las palabras de Horacio. Desde ese día, en vez de volar siempre enojado, decidió intentar controlar su rabia. Comenzó a practicar la respiración profunda.

Un día, mientras volaba bajo, vio que un grupo de pajaritos hacía mucho ruido. Decidió acercarse, pero justo en ese momento, un pequeño pájaro golpeó accidentalmente su ala.

"¡Ay! ¡Eso dolió!" - gritó Hugo, listo para transformarse en el búho enfadado que siempre era. Pero entonces recordó lo que le había enseñado Horacio. Respiró hondo y, en lugar de gritar, sonrió.

"¡Hola, amigos! ¿Todo bien por aquí?" - dijo, en lugar de enojarse.

Los pajaritos, sorprendidos por la amabilidad de Hugo, le respondieron:

"¡Hola, Hugo! ¡Estamos practicando para cantar en la próxima fiesta del bosque! ¿Te gustaría unirte?"

Hugo decidió participar. Se unió al coro de los pajaritos y, gracias a su profundo canto, impresionó a todos.

Esa noche, cuando el cielo estaba lleno de estrellas, Hugo se dio cuenta de que estaba mucho más feliz. No sólo había aprendido a controlar su enojo, sino que había hecho nuevos amigos y se había divertido.

Desde entonces, Hugo no sólo fue conocido como el Búho, sino como el Hornero, el búho que ayudaba a que la luna brille más con su grato canto.

Y así, el bosque vibró de alegría todos los días, y Hugo aprendió que la armonía y la felicidad son más importantes que el enfado.

Siempre recordaba a Horacio y sonreía, sabiendo que todo estaría bien si elegía la felicidad en lugar de la ira.

FIN.

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