Hugo y el Viaje a la Era de los Dinosaurios



Era un hermoso día de verano en el barrio de Hugo. Tenía siete años y su mayor pasión eran los dinosaurios. Su habitación estaba llena de juguetes, libros y carteles que mostraban a esos enormes gigantes que alguna vez dominaron la Tierra.

Un día, mientras leía un libro sobre los Tiranosaurios, escuchó un ruido extraño en su jardín. Curioso, salió corriendo a investigar. Para su sorpresa, encontró una pequeña esfera brillante, del tamaño de una pelota de fútbol. Sin pensarlo, la tocó y de repente, un destello de luz lo envolvió. Cuando se dio cuenta, estaba en un lugar increíble: una selva prehistórica llena de dinosaurios.

"¿Dónde estoy?" - gritó Hugo, sin poder creer lo que veía.

"¡Bienvenido a la Era de los Dinosaurios!" - dijo una voz profunda. Era un Diplodocus gigante, que se inclinó para mirar a Hugo.

"Soy Hugo. ¿Puedo ver a los dinosaurios de cerca?" - preguntó emocionado.

"Claro, pero debes tener cuidado. No todos son amigables. Ven, te llevaré a conocer a algunos" - respondió el Diplodocus.

Hugo montó en su espalda y juntos comenzaron un recorrido por la selva. Vieron a un grupo de Triceratops pastando, mientras un Velociraptor cazaba cerca. Cada vez que Hugo veía un dinosaurio, apuntaba con su dedo y decía:

"¡Mirá, son impresionantes!"

El Diplodocus sonrió ante la emoción del niño y le dijo:

"Recuerda, aunque son maravillosos, también deben ser respetados. Tienen su propio lugar en este mundo, igual que nosotros."

Mientras exploraban, Hugo conoció a otros dinosaurios que le contaron historias sobre cómo vivían y se cuidaban unos a otros. Pero de repente, un gran rugido resonó a través de la selva, y Hugo sintió un escalofrío. Era un Tiranosaurio Rex, que estaba enojado y buscando comida.

"¡Debemos escondernos!" - dijo el Diplodocus, mientras guiaba a Hugo hacia un arbusto espeso.

"¿Por qué es tan feroz?" - preguntó Hugo con miedo.

"Es su naturaleza. Cada especie tiene un papel en este ecosistema. Algunas son cazadoras y otras son presas. Eso es lo que mantiene el equilibrio en la naturaleza" - explicó el Diplodocus.

Cuando el Tiranosaurio se marchó, Hugo respiró aliviado, pero también se sintió intrigado por la complejidad del mundo en el que estaba. Decidió que quería aprender más sobre los dinosaurios y cómo eran parte de un ecosistema.

Después de un día lleno de aventuras, el Diplodocus le dijo:

"Hugo, es hora de que regreses. Recuerda lo que aprendiste aquí y cuéntale a tus amigos sobre la importancia de cuidar nuestro planeta y a cada criatura que vive en él."

"Lo haré! Gracias, amigo. Nunca olvidaré este día" - respondió Hugo mientras tocaba nuevamente la esfera brillante.

En un abrir y cerrar de ojos, Hugo regresó a su jardín. Corrió hacia su habitación y comenzó a dibujar todo lo que había visto. Hizo un póster sobre la importancia de cuidar el medio ambiente, explicando que todos los seres vivos son importantes, ya sean grandes como un dinosaurio o pequeños como una hormiga.

Desde aquel día, Hugo no solo coleccionó juguetes de dinosaurios, sino que también se convirtió en un defensor del medio ambiente en su escuela. "¡Vamos a cuidar el planeta como los dinosaurios cuidaban el suyo!" - decía a sus amigos con entusiasmo.

Y así, la pasión de Hugo no solo lo llevó a aventuras fascinantes, sino que también lo convirtió en un líder en su comunidad, motivando a otros a cuidar de su hogar, la Tierra.

FIN.

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