Hugo y la ola de valentía



Hugo había decidido que ya era suficiente. Después de semanas de soportar las constantes burlas de los chicos del barrio, reunió a sus amigos del club de surf para enfrentar a los bullys. Se sentía un poco nervioso, pero sabía que no estaba solo.

Una tarde, cuando el sol empezaba a ocultarse en el horizonte, Hugo se encontró con sus amigos en la playa. "Hoy es el día", les dijo.

"¿Estás seguro, Hugo?" - preguntó Nina, una de sus compañeras. "No quiero que te pase nada malo…"

"Lo sé, Nina, pero es hora de poner un alto. Si no lo hacemos, seguirán molestándome. Además, tengo a todos ustedes conmigo" - respondió Hugo con determinación.

Sus amigos asintieron, llenos de apoyo. Formaron un pequeño grupo y se dirigieron hacia donde los bullys solían jugar al fútbol en la plaza. Cuando llegaron, los chicos, que se hacían llamar los "Reyes del barrio", estaban allí, mostrando su fuerza.

"¡Hey, miren quién vino! El surfista tímido y sus amiguitos. ¿Vienen a llorar?" - gritó uno de los bullys, riendo a carcajadas.

Hugo tragó saliva pero mantenía la cabeza en alto. "No, venimos a decirles que dejen de molestarme y de hacer sentir mal a los demás. No tienen derecho a tratar así a nadie."

Sus amigos murmuraron cosas de apoyo, pero al ver la cara burlona de los bullys, comenzaron a dudar.

"Eh, mirá, Hugo... no sé si es buena idea..." - dijo Ricardo, comenzando a retroceder.

"Sí, mejor vámonos. Estos tipos son muy peligrosos" - agregó Selma, visiblemente asustada.

Antes de que Hugo pudiera protestar, sus amigos comenzaron a alejarse, dejándolo solo frente a los bullys.

Con el corazón latiendo fuerte, levantó la vista hacia los chicos que seguían riendo.

"¿Así que esto es lo que son verdaderos amigos?" - murmuró para sí mismo, sintiendo la decepción asomarse. Pero, en lugar de rendirse, una nueva llama de coraje se encendió dentro de él.

"¡No! ¡No me tengo que dejar intimidar!" - gritó.

Los bullys lo miraron sorprendidos, pero continuaron lanzando insultos.

"¿A quién le importa lo que digan? Más vale que te vayas de aquí antes que te hagamos daño, patético surfero."

En ese momento, algo cambió dentro de Hugo. En lugar de sentirse derrotado, recordó cada ola que había surfeado, cada caída que había superado.

"Pueden reírse todo lo que quieran, pero yo sé quién soy y no necesito su aprobación para ser feliz. ¡El miedo no me controla!" - les respondió, levantando la vista con orgullo.

Los bullys se miraron entre sí. La valentía de Hugo los tomó por sorpresa.

"Qué te pasó, ¿se te cayó la tabla?" - bromeó uno de ellos, aunque su tono ya no era tan despectivo.

"No me la caí, ¡me levanté! Y ustedes no me van a parar. ¡Yo elijo ser feliz y no me importa lo que ustedes digan!" - Hugo sintió que recuperaba su poder.

Un silencio extraño se apoderó del ambiente. Para sorpresa de todos, uno de los bullys, con una mirada de duda, se dio la vuelta y se marchó. Los demás comenzaron a hacer lo mismo.

Cuando se fueron, Hugo se sintió liberado.

"Lo logré… lo hice solo" - pensó mientras sonreía a pesar de que sus amigos habían abandonado.

Al regresar a la playa, los amigos de Hugo se sintieron avergonzados.

"Lo siento, Hugo. No debimos dejarte solo. Nos asustamos" - se disculpó Ricardo.

"Sí, fue muy valiente de tu parte enfrentar a esos chicos, tenemos que apoyarte siempre" - agregó Selma, con una mirada de admiración.

Hugo los miró y dijo con sinceridad:

"Gracias, pero aprendí que a veces, uno tiene que enfrentar sus miedos por sí mismo. Lo importante es no rendirse y recordar que lo que importa es cómo te sientes contigo mismo, más allá de lo que digan los demás. Podemos surfear juntos, pero también hay momentos en los que cada uno tiene que ser fuerte solo."

Desde ese día, los amigos de Hugo habían aprendido una valiosa lección sobre la amistad y la valentía. Juntos, aunque a veces tengan sus diferencias, sabían que siempre estarían ahí el uno para el otro, y lo más importante, que cada uno de ellos debería sentirse valiente y orgulloso de ser quien realmente es.

FIN.

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