IAN, un amigo especial


En un pequeño y colorido jardín de infantes, había un niño llamado Ian. Ian era un niño muy especial, lleno de alegría y creatividad. A Ian le encantaban los rompecabezas y, cuando estaba feliz, solía correr en círculos para regularse. Sus compañeros a menudo se preguntaban por qué Ian hacía esas cosas, así que la maestra decidió explicarles sobre el autismo y cómo podían ser amigos y apoyar a Ian.

- “Chicos, hoy vamos a hablar sobre nuestro amigo Ian”, dijo la maestra con una sonrisa. “Ian es un niño muy especial. A veces hace cosas que pueden parecer diferentes, como correr en círculos, pero eso es porque su cerebro funciona de una manera única. Ian tiene autismo, lo que significa que a veces le cuesta comunicarse y relacionarse de la misma manera que nosotros. Pero eso no lo hace menos especial. De hecho, Ian tiene muchas fortalezas. Él es muy bueno armando rompecabezas y siempre tiene una sonrisa para regalar. Así que hoy vamos a aprender cómo podemos apoyarlo y ser buenos amigos para Ian.”

Los compañeros de Ian escuchaban con atención. Algunos tenían preguntas, otros estaban un poco confundidos, pero todos estaban dispuestos a entender y ayudar a su amigo. Todos juntos hicieron un pacto para ser comprensivos, pacientes y amables con Ian. Decidieron también buscar maneras de incluirlo en sus juegos y actividades.

- “¡Vamos a armar un rompecabezas con Ian! ”, propuso Sofía, una niña muy graciosa y amable. Todos estuvieron de acuerdo y, al día siguiente, se sentaron juntos para armar un rompecabezas gigante. Ian se puso muy contento y les enseñó sus trucos para encontrar las piezas adecuadas.

Con el paso de los días, Ian se sintió muy querido y apoyado por sus compañeros. Ya no se sentía solo ni incomprendido. Sabía que, aunque era un niño especial, tenía amigos maravillosos que lo aceptaban tal como era.

Un día, durante el recreo, Ian se acercó a sus compañeros con una gran sonrisa. Les mostró un nuevo rompecabezas que había armado solo y les pidió que lo ayudaran a buscar un lugar especial en el salón para exhibirlo. Todos estuvieron emocionados de contribuir con esa idea y, juntos, encontraron el mejor lugar para que todos pudieran ver el maravilloso trabajo de Ian.

- “¡Gracias, amigos! ”, dijo Ian con alegría. “Ustedes son los mejores.”

Los compañeros de Ian sonrieron con orgullo. Todos se sintieron felices de haber aprendido a ser amigos más comprensivos y empáticos. Ian, por su parte, se sentía amado y aceptado por ser exactamente quien era: un niño especial y maravilloso.

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