Iker y su Gran Aventura de Vacunas



Iker estaba muy emocionado por su primer viaje en avión. Él nunca había salido de su ciudad natal, Buenos Aires, y ahora iba a volar hasta España con sus papás Diego y Gastón.

"¡Esto es increíble! ¡Nunca he estado en un aeropuerto antes!", dijo Iker mientras caminaba por los pasillos del aeropuerto de Ezeiza. "Tranquilo, Iker. Todo va a estar bien", le respondió Diego acariciándolo.

Llegaron al mostrador de la aerolínea para hacer el check-in y el personal les entregó una etiqueta para colocársela en el collar de Iker. La etiqueta decía su nombre, número de vuelo y destino final: Madrid. "¡Miren chicos! ¡Soy un perro muy importante ahora!", dijo Iker moviendo la cola felizmente.

Después del check-in, se dirigieron hacia la puerta de embarque donde esperaron a que les llamaran para abordar el avión. "¿Y cómo te sientes ahora?", preguntó Gastón preocupado por Iker que parecía inquieto. "Un poco nervioso", admitió Iker.

"Nunca he volado antes". "No te preocupes amiguito. Yo también tenía miedo cuando tomé mi primer vuelo", dijo Diego tranquilizándolo. "Pero luego me di cuenta que es divertido estar arriba en las nubes".

Finalmente llamaron a su vuelo y subieron al avión junto con otros pasajeros. Los tres ocuparon asientos juntos cerca del ala del avión donde pudieran ver por la ventana durante el despegue y el aterrizaje.

"¡Miren chicos! ¡Estamos volando!", exclamó Iker emocionado mientras miraba por la ventana. El vuelo transcurrió sin problemas y cuando llegaron a Madrid, recogieron sus maletas y se dirigieron hacia el control de aduanas. Fue entonces cuando ocurrió algo inesperado.

"Disculpe señor, pero su perro no puede entrar al país", dijo el oficial de aduanas señalando a Iker. "¿Cómo que no puede entrar?", preguntó Diego sorprendido. "Lo siento, pero su perro necesita una serie de vacunas para ingresar a España.

Es un requisito obligatorio", explicó el oficial. Diego y Gastón se quedaron sin palabras. No sabían qué hacer ni cómo resolver la situación. Pero Iker no se dio por vencido tan fácilmente. "No te preocupes papá.

Yo sé que podemos encontrar una solución", dijo Iker con determinación en su voz. Así fue como comenzó una carrera contrarreloj para conseguir las vacunas necesarias antes de que cerrara la clínica veterinaria más cercana.

Corrieron por las calles de Madrid con Iker en brazos hasta que finalmente encontraron la clínica abierta y pudieron administrarle todas las vacunas necesarias para poder ingresar al país legalmente.

Después de ese día, Diego, Gastón e Iker aprendieron una valiosa lección: nunca subestimes la importancia de estar preparados ante cualquier eventualidad al viajar con mascotas al extranjero. Pero también aprendieron que trabajando juntos como equipo pueden superar cualquier obstáculo. Y así concluyó el primer viaje en avión del pequeño bulldog francés llamado Iker, una aventura que nunca olvidaría.

FIN.

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