Iktán y las Peras Mágicas



El día llegó, Iktán estaba en la casa de sus abuelos, rodeado de risas y amor. La abuela, con su delantal de flores, estaba en la cocina preparando la comida. Cuando el delicioso aroma invadió la casa, se acercó a la mesa y, mientras sus manos trabajaban, preguntó:

- '¿Y qué va a comer Iktán hoy?'

A lo que su mamá, con una sonrisa, respondió:

- 'Algo dulce y jugoso, ¿tendrás alguna pera?'

La abuela asintió y se dirigió hacia el frutero. Al regresar, llevó consigo una pera grande y brillante. Sin embargo, en su camino, notó una cosa peculiar: la pera parecía brillar más que las demás.

- '¿Ves esta pera, Iktán? Este tiempo de cosecha ha sido especial', decía la abuela con un guiño.

- '¿Mágica?' preguntó Iktán con los ojos bien abiertos.

- 'Quizás, pero lo que importa es lo que hacemos con ella.', dijo su madre.

Intrigado, Iktán tomó la pera con manos temblorosas, sintiendo su frescura. A medida que la miraba, comenzó a soñar. ¿Qué pasaría si podía hacer algo increíble con ella? Mientras todos se sentaban a la mesa a disfrutar de la comida, Iktán decidió que su hora de la comida no sería solo un momento para comer.

- 'Voy a hacer un postre mágico con esta pera', anunció emocionado.

- '¿Qué sabes de postres?', preguntó su mamá.

- 'Nunca lo he hecho, pero creo que puedo aprender.' Su determinación fue contagiosa.

Fue entonces que los abuelos, sabiendo la pasión de Iktán, lo alentaron a intentarlo y pasaron un buen rato en la cocina juntos.

- 'Primero necesitamos azúcar y canela', sugirió la abuela.

- 'Y un poco de amor, siempre', agregó su abuelo.

Juntos, comenzaron a pelar la pera, cortarla en trozos y mezclarla con los ingredientes. En medio del juego, Iktán derramó un poco de azúcar. En lugar de enojarse, la abuela soltó una sonora carcajada.

- '¡Eso es parte de la magia!', dijo entre risas.

Poco a poco, la mezcla comenzó a tomar forma. El olor dulce llenaba la casa y, al dejar el postre en el horno, Iktán se sentó impaciente.

- '¿Cuánto falta?' preguntaba cada cinco minutos.

- 'Solo un poquito más, querido', respondió su mamá.

Finalmente, el timbre del horno sonó y el abuelo abrió la puerta, dejando escapar un aroma exquisito que hizo que todos se despegaran del sillón. ¡El postre estaba listo!

- '¿Lo probamos?','preguntó Iktán con ansiedad.

- '¡Por supuesto!', afirmaron todos.

Servido en pequeños platos, el postre de pera deslumbró a todos.

- 'Está delicioso, Iktán, ¡pure magia!', dijo la abuela, maravillada.

- 'Hiciste que cada bocado fuera especial', agregó su mamá.

Iktán se sonrojó de felicidad. En ese momento se dio cuenta de algo importante: la magia no estaba solo en la pera, estaba en compartir, aprender y disfrutar de los momentos con la familia. Y así, con los sonrisas y abrazos, Iktán entendió que ser creativo podía llevar a cosas maravillosas.

Desde aquel día, Iktán no solo esperaba las peras de la cosecha, sino que también soñaba con nuevas recetas, siempre animado por el apoyo y amor de su familia. La hora de la comida nunca volvió a ser igual y las peras se convirtieron en el símbolo de aventuras en la cocina, y de cada mágico momento compartido juntos.

Y, a partir de aquel día, no hubo comida en la que faltaran las peras y los sueños.

FIN.

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