Irina, la Bella Nieta Amada
En un encantador pueblito rodeado de montañas y ríos cantarines, vivía una niña llamada Irina. Era la nieta más amada de su abuela Clara, una sabia mujer que siempre tenía una historia mágica que contar. Irina tenía una risa contagiosa, y donde quiera que iba, llenaba de alegría el lugar.
Una mañana, mientras jugaba en el jardín, Irina se encontró con una mariposa de colores brillantes que volaba en círculos a su alrededor.
"¡Hola, mariposa! ¿De dónde vienes?" - preguntó Irina, llenando sus ojos de asombro.
La mariposa, sorprendida por la curiosidad de la niña, se detuvo un momento y dijo:
"Vengo de los Jardines Escondidos. ¡Son un lugar mágico donde todos pueden ser lo que sueñan!"
Intrigada por la idea de un lugar tan especial, Irina decidió que debía ir a esos jardines.
"- Abuela Clara, ¿puedo ir a los Jardines Escondidos?" - preguntó Irina con entusiasmo.
- “- Debes tener cuidado, querida. No todo lo que brilla es oro, pero si realmente sientes que es lo que debes hacer, te apoyaré" - respondió Clara, recordando sus propias aventuras de juventud.
Irina se preparó con su mochila, llenándola de bocadillos y un cuaderno para registrar su aventura. Al despedirse, su abuela le dio un beso y le advirtió:
"Recuerda, siempre sigue tu corazón y respeta la naturaleza; ella tiene muchas cosas que enseñarte".
Con esos consejos en mente, Irina comenzó su viaje. Al caminar, escuchaba los sonidos del bosque: el canto de los pájaros y el murmullo del viento. Pero de repente, se encontró con un cruce de caminos, cada uno apuntando a direcciones diferentes.
"¿Cuál de estos caminos me llevará a los Jardines Escondidos?" - se preguntó, aunque sabía que no podría saberlo sin explorar.
Decidió ir por el camino más pequeño y cubierto de flores. A medida que avanzaba, comenzó a notar que las flores brillaban con una luz especial. Sin embargo, después de unos minutos, Irina se dio cuenta de que las flores empezaban a dejar de brillar y a marchitarse.
"¡Ay no!" - exclamó Irina "Debo hacer algo. Estas flores necesitan ayuda".
Recordando las palabras de su abuela, se agachó y comenzó a regar las flores con el agua que llevaba en su botella. En poco tiempo, las flores comenzaron a revivir, llenando el camino de colores vibrantes nuevamente.
"¡Gracias!" - dijeron las flores en un murmullo melodioso.
"¡Espera!" - dijo una de las flores más grandes. "Tu bondad tiene poder. Al ayudarme, has despertado la magia de este camino. Ahora es un acceso directo a los Jardines Escondidos".
Irina no podía creerlo. Siguió el camino que ahora brillaba con luz propia, hasta que finalmente llegó a un lugar impresionante, lleno de árboles gigantes, fuentes de agua cristalina y animales que hablaban.
Algunos niños jugaban allí, corriendo de aquí para allá. Se acercó a ellos y les preguntó:
"¿Puedo unirme a su juego?"
"¡Claro!" - respondieron los niños "Siempre hay lugar para más amigos en los Jardines Escondidos".
Jugaron juntos y compartieron historias maravillosas. Cada niño expresó su sueño: uno quería ser un gran artista, otro un científico, y una niña soñaba con ser astronauta. Irina se dio cuenta de que en aquellos jardines, cada sueño se podía hacer realidad.
Mientras pasaba el día jugando y riendo, de repente escucharon un ruido fuerte. Un oso grande y triste apareció, quejándose porque no podía encontrar su miel.
"¿Por qué no lo has buscado?" - le preguntó Irina.
"Porque tengo miedo de moverme lejos de este lugar" - respondió el oso con la voz apagada.
Sin pensarlo, Irina organizó a los niños.
"Vamos a ayudar al oso a encontrar su miel. Todos juntos podemos hacerlo".
Y así lo hicieron. Buscaron en los árboles, bajo las rocas y en cada rincón de los Jardines Escondidos. Después de un rato, finalmente encontraron una colmena. ¡El oso estaba tan emocionado!"¡Gracias, amigos! Siempre seré su amigo y protector en este mágico lugar" - dijo el oso, recordando cómo el trabajo en equipo les había ayudado.
Cuando llegó el atardecer, Irina sabía que era hora de regresar. Todos los niños y el oso le hicieron promesas de reunirse nuevamente.
Al volver a casa, Irina encontró a su abuela Clara esperándola en el jardín.
"¡Abuela!" - gritó Irina, corriendo hacia ella "He vivido una aventura increíble y he ayudado a un oso".
Clara sonrió, y escuchó con atención mientras Irina le contaba todo. Al terminar, la abuela le dijo:
"Has aprendido algo valioso hoy: siempre es importante ayudar a los demás y trabajar en equipo, querida".
Desde aquel día, Irina continuó explorando y ayudando a los demás. Sabía que cada pequeño esfuerzo contaba en hacer del mundo un lugar mejor, y que la verdadera magia, reside en el amor y la amistad.
FIN.