Iris y el Futuro Sorprendente
En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos caudalosos, vivía Iris, una mujer con un don muy especial: podía predecir el futuro. La gente del pueblo la quería, pues su habilidad había salvado a muchos de ellos de situaciones complicadas. Iris usaba su don con sabiduría y siempre ayudaba a quienes la rodeaban.
Un día, mientras caminaba por el mercado, Iris sintió una extraña visión.
"¡Oh no!", exclamó, llevándose las manos a los ojos.
"¿Qué pasó, Iris?" preguntó su vecina, Doña Rosa, con preocupación.
"He tenido una visión aterradora. Es algo que sucederá en tres días. Debo actuar rápidamente para cambiar este destino."
Iris sabía que a veces las visiones podían ser modificadas, pero necesitaba la ayuda de sus seres queridos. Al llegar a su casa, se sentó con su hermano Mateo y su mejor amiga Lía. De inmediato les explicó lo que había visto.
"En tres días, una gran tormenta se llevará todo lo que amamos y pondrá en peligro nuestras vidas", les dijo.
"¿Cómo podemos evitarlo?" preguntó Mateo, sintiéndose nervioso.
"Debemos prepararnos y reunir a todos en el pueblo. Necesitamos construir un refugio y asegurarnos de que nadie se quede solo", propuso Iris con determinación.
Los tres amigos se pusieron manos a la obra. Juntos, salieron a buscar a los demás vecinos del pueblo. Iris reunió a todos en la plaza.
"¡Queridos amigos!", comenzó, con voz firme. "He tenido una visión de un peligro que se acerca. En tres días, una tormenta terrible nos afectará a todos. Debemos trabajar juntos para protegernos."
"Iris siempre nos ha ayudado. ¡Vamos a escucharla!", gritó Lía, animando a la multitud.
Los habitantes del pueblo, preocupados pero confiando en Iris, comenzaron a organizarse. Se dividieron en grupos para construir un refugio grande y resistente.
Pasaron los días y, mientras todos trabajaban arduamente, Iris se daba cuenta de lo importante que era la unión. En cada rincón del pueblo, se veían risas, charlas y un esfuerzo colectivo que prometía dar frutos. Hasta los más pequeños, como Tomi y Celia, se sumaron con palas y baldes de arena.
El día de la tormenta llegó. La lluvia comenzó suave, pero rápidamente se convirtió en un torrente. Las nubes oscuras cubrían el cielo y el viento soplaba con fuerza.
"¡Todos al refugio! ¡No se queden afuera!" gritó Iris, liderando a la multitud hacia el lugar que habían construido.
"¡Gracias, Iris! No habríamos podido hacerlo sin vos!" dijo un anciano mientras corría hacia la seguridad.
Todos se apiñaron en el refugio, escuchando el rugir del viento afuera. Las paredes crujían, pero el refugio se mantenía firme. Mientras la tormenta azotaba, Iris recordó las sonrisas y la cooperación de sus vecinos.
Finalmente, después de horas que parecían eternas, la tormenta comenzó a cesar. El viento se calmó y la lluvia se desvaneció. Con cuidado, Iris y los demás salieron del refugio. El sol empezaba a brillar entre las nubes.
"¡Lo logramos!", exclamó Lía.
"Gracias a la visión de Iris, todos estamos a salvo", dijo Mateo, sonriendo al ver a todos bien.
"No fui solo yo. Fue nuestro esfuerzo colectivo. Cuando trabajamos juntos, podemos enfrentar cualquier desafío", respondió Iris, orgullosa de su comunidad.
Desde ese día, el pueblo aprendió que la unión y la colaboración son fundamentales para superar cualquier obstáculo. Iris continuó usando su don, no solo para predecir el futuro, sino también para inspirar a su comunidad a cuidar y apoyarse mutuamente. Y así, el pueblo vivió siempre en armonía, apoyándose unos a otros con valentía y amor.
FIN.