Iris y el Tesoro del Colegio



Era un día común en el colegio de Iris, una niña rubia de diez años con una imaginación desbordante. Mientras exploraba el antiguo sótano durante el recreo, tropezó con una caja cubierta de polvo.

"¿Qué será esto?" - murmuró Iris mientras levantaba la tapa con entusiasmo. Dentro, encontró un viejo mapa, lleno de dibujos misteriosos y la inscripción: "El tesoro del tiempo".

"¡Chicos!" - gritó Iris a su grupo de amigos: Tomás y Ana. "¡Miren lo que encontré!"

Los tres se reunieron alrededor del mapa, sus ojos brillaban de emoción.

"¿Qué dice?" - preguntó Tomás, peinándose el cabello desordenado.

"Parece que nos lleva a un tesoro escondido en el tiempo. ¡Vamos a explorarlo juntos!" - dijo Iris, con su voz llena de determinación.

Con la ayuda de su médico de laboratorio favorito, la profesora Clara, los amigos lograron activar un antiguo artefacto que, según ella, podía transportarlos en el tiempo. Al pronunciar las palabras mágicas del mapa, un torbellino de luces los rodeó y todo se volvió oscuro por un momento.

Cuando la luz se disipó, se encontraron en un bosque denso y primitivo.

"¿Dónde estamos?" - preguntó Ana, mirando a su alrededor con preocupación.

"Parece que hemos llegado a la era de los dinosaurios" - respondió Tomás, casi sin aliento.

De repente, un gran T-rex apareció ante ellos, rugiendo.

"¡Corre!" - gritó Iris, pero antes de que pudieran escapar, el dinosaurio se detuvo y los miró en forma curiosa.

"No les haré daño, pequeños viajeros. Soy Rex, el rey de los dinosaurios. ¿Quiénes son ustedes?" - dijo el dinosaurio con una voz amable.

"¡Nosotros somos Iris, Ana y Tomás! Hemos venido a buscar un tesoro. ¿Puedes ayudarnos?" - pidió Ana, respirando aliviada.

"Claro, con gusto. Sigan el mapa y yo los protegeré de los peligros de este tiempo" - respondió Rex, con una sonrisa amistosa.

Los amigos continuaron su camino, y después de atravesar un espeso bosque y cruzar un río, llegaron a una cueva que, según el mapa, guardaba el tesoro.

"Miren esas luces brillantes dentro de la cueva" - señaló Tomás.

Al entrar, se encontraron rodeados de joyas y monedas antiguas. Pero... había un problema. Un pirata fantasma llamado Capitán Garfio imponente flotaba en medio de la cueva.

"¿Quién se atreve a invadir mi tesoro?" - gruñó Garfio. "¡No pueden llevarse nada!"

"No venimos a robar, solo queremos encontrar el tesoro del tiempo" - explicó Iris, colocando su mano en el corazón.

El pirata, curioso, bajó su espada espectral.

"Tal vez pueda ayudarles. Si logran resolver mi acertijo, podrán llevarse una parte del tesoro. ¿Listos?"

Al escuchar esto, los amigos se miraron emocionados.

El Capitán Garfio hizo su pregunta:

"¿Qué es lo que crece, pero no se mueve?"

Iris se quedó pensativa, mientras sus amigos también reflexionaban. Finalmente, Ana levantó la mano.

"¡La edad!" - gritó con alegría.

El pirata sonrió.

"Correcto. Pueden llevarse lo que deseen, pero recuerden lo más importante: el verdadero tesoro es la amistad y las aventuras que comparten."

Los amigos llenaron sus mochilas con algunas gemas brillantes, pero no se olvidaron de agradecer a Garfio y Rex antes de dirigirse a salir de la cueva.

De regreso, sintieron que la experiencia vivida era más valiosa que cualquier joya. Al regresar al presente, se encontraron de nuevo en el colegio, con las mochilas llenas de historias para contar.

Esa tarde, se dieron cuenta de que no solo habían encontrado un tesoro, sino que habían vivido una gran aventura, hicieron nuevos amigos y aprendieron que la verdadera riqueza se encuentra en los momentos compartidos.

"¿Listos para la próxima aventura?" - preguntó Iris, sonriendo a sus amigos.

"¡Siempre!" - gritaron al unísono, mientras planeaban su próximo viaje al mundo de la imaginación.

FIN.

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