Iris y la sombra del manicomio



En un lugar donde las paredes susurran secretos y los pasillos, aunque vacíos, resuenan con risas pasadas, vivía una niña llamada Iris. Su espíritu brillante, como los colores del arcoíris, siempre iluminaba cada rincón del manicomio. Sin embargo, un día, una sombra misteriosa comenzó a recorrer el lugar, cubriendo de tristeza todo a su paso.

Una noche, mientras los demás niños dormían, Iris se dio cuenta de que la sombra había tomado forma, y se acercó a ella con paso temeroso.

"¿Quién sos?" - preguntó Iris, con voz temblorosa pero firme.

"Soy la Sombra de los Recuerdos Olvidados" - respondió la sombra con un eco profundo, como si resonara desde un lugar lejano. "He venido a recordarles a todos sus miedos y tristezas... y me estoy alimentando de ellos."

A pesar del miedo, Iris sabía que ella era diferente. No iba a permitir que la sombra apagase su luz. Así que decidió enfrentarla, no con gritos ni lágrimas, sino con comprensión.

"¿Por qué haces esto?" - preguntó Iris.

"Porque soy lo que nadie quiere ver. Las tristezas que ustedes guardan, los recuerdos que prefieren olvidar..." - la sombra respondía con tristeza.

Iris entendió que esta sombra también tenía su historia, un pasado que la había llevado a convertirse en lo que era. Se acercó un paso más y, tomando aire, hizo algo inesperado.

"Te voy a contar una historia" - dijo Iris sonriendo. "Una historia sobre un lugar lleno de colores, donde todos compartían sus risas y sueños."

La sombra se detuvo, interesada.

"¿En serio?" - preguntó con curiosidad.

"Sí, en ese lugar, todos los miedos se vuelven pequeñas luces que alumbraban el camino. Cada tristeza es un color que suma a nuestro ser. No tenemos que olvidarlos, solo aprender a vivir con ellos" - explicó Iris con convicción.

Con cada palabra, la sombra empezó a derretirse. Los recuerdos oscuros que la sostenían comenzaron a verse menos aterradores, y poco a poco, se vislumbraba una luz del otro lado.

"No sabía que podía haber belleza en recordar" - dijo la sombra, sorprendida.

"Cada emoción es válida, incluso la tristeza. Si la compartimos, se vuelve más liviana y podemos llenarla de colores" - añadió Iris con una sonrisa radiante.

Finalmente, la sombra, conmovida por la valentía y amabilidad de Iris, se transformó en una bella nube de colores.

"Gracias, Iris. No soy más solo una sombra, ahora puedo brillar con mis recuerdos" - dijo, ahora con un tono tierno.

A partir de ese día, los niños del manicomio aprendieron a hablar de sus miedos, a compartir sus recuerdos y a transformar sus tristezas en colores. Iris se convirtió en la luz que guió a todos hacia un camino lleno de alegrías y confidencias.

El manicomio ya no era solo un lugar oscuro. Se volvió un hogar donde todos, incluidos los recuerdos difíciles, podían encontrarse y abrazarse en un mundo lleno de colores.

Iris descubrió que la verdadera fuerza no está en luchar contra la oscuridad, sino en comprenderla y convertirla en luz. Y así, un pequeño rincón del mundo se transformó en un lugar donde la comprensión y la amistad eran más fuertes que cualquier sombra.

Y cada vez que alguien sentía miedo, Iris les contaba su historia, recordando que dentro de cada sombra hay siempre la posibilidad de un arcoíris.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!