Iris y sus aventuras en el bosque



Había una vez en un pequeño bosque encantado, una irenita llamada Iris que vivía en una hermosa cascada de agua cristalina. Iris era muy curiosa y siempre estaba explorando los alrededores en busca de nuevas aventuras.

Un día, mientras nadaba por el arroyo, se encontró con una familia de pajaritos que estaban construyendo su nido. "¡Hola, soy Iris! ¿Puedo ayudarlos en algo?", preguntó la irenita con entusiasmo.

Los pajaritos se sorprendieron al ver a Iris y le explicaron que estaban buscando ramitas para terminar su nido antes de la llegada de sus huevitos. Sin dudarlo, Iris se sumergió en el agua y empezó a buscar las ramitas más resistentes y bonitas que pudo encontrar.

Con su agilidad y destreza, logró recolectar muchas ramitas en poco tiempo y ayudó a los pajaritos a completar su nido. "¡Muchas gracias, Iris! Eres realmente increíble", exclamaron los pajaritos emocionados.

Iris sonrió feliz por poder ayudar y siguió explorando el bosque en busca de nuevas aventuras. En su camino, se encontró con un conejito triste que había perdido su zanahoria favorita. "¿Qué te pasa, amiguito? ¿Por qué estás tan triste?", preguntó preocupada la irenita.

El conejito explicó que sin su zanahoria no podría preparar su deliciosa ensalada para la cena. Sin dudarlo, Iris se ofreció a ayudarlo a encontrarla.

Recorrieron juntos todo el bosque buscando la zanahoria perdida hasta que finalmente la encontraron escondida detrás de un gran árbol. El conejito saltaba de alegría y agradeció a Iris por su ayuda. Después de cada aventura, Iris regresaba a su cascada sintiéndose feliz por haber podido hacer felices a sus amigos del bosque.

Un día, mientras descansaba sobre una piedra al sol, escuchó unos susurros provenientes del río cercano.

Se acercó lentamente y descubrió que era un grupo de peces discutiendo acaloradamente sobre quién merecía quedarse con un brillante collar encontrado en el fondo del río. "Tranquilos amigos, no vale la pena pelear por algo material", les dijo sabiamente Iris. Les explicó lo importante que era valorar la amistad y la solidaridad por encima de cualquier objeto material.

Los peces reflexionaron sobre las palabras de la irenita y finalmente decidieron compartir el collar entre todos como símbolo de amistad y compañerismo.

A partir de ese día, los habitantes del bosque aprendieron a valorar no solo las cosas materiales sino también los gestos desinteresados, la generosidad y el compañerismo gracias al ejemplo de bondad y empatía brindado por Iris, la irenita valiente.

FIN.

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