Isaac y el Paseo Mágico



Era un hermoso día soleado cuando Isaac, el niño de rizos de oro, se despertó con una sonrisa en el rostro. Sabía que ese día era especial porque sus tías, Diana y Nancy, lo llevarían a dar un paseo por la naturaleza. Él estaba emocionadísimo, ¡le encantaban los animalitos!"¡Isaac! ¡Despertate!" - llamó Diana mientras entraba a su habitación.

"¡Ya estoy despierto! ¿Vamos a ver animales, tía?" - preguntó Isaac con una mirada brillante.

Nancy apareció con un picnic preparado en una canasta.

"Sí, hoy vamos a descubrir el bosque y a conocer a muchos amigos peluditos y emplumados. Traemos comida riquísima para el almuerzo."

Isaac se vistió rápidamente y frente a la casa ya estaban sus primitos: Juan Pablo, Luisca y Ramirito.

"¡Hola, primitos! ¡Estoy listo para ver muchos animales!" - exclamó Isaac.

"¡Yo también!" - gritó Ramirito, corriendo hacia él.

Los cinco se subieron al auto, muy entusiasmados por la aventura. Al llegar al parque natural, se encontraron con un vasto espacio verde que parecía sacado de un cuento. El aire fresco y el sonido de los pájaros sonaban como una melodía.

El grupo comenzó a caminar por un sendero. En el primer recoveco, encontraron una familia de patitos nadando en el arroyo.

"¡Mirá qué lindos!" - dijo Luisca emocionada. "Son tan pequeño y amarillos."

"¿Podemos darles pan?" - preguntó Juan Pablo.

"No, eso no es bueno para ellos. Los patitos deben comer granos naturales y agua. ¡Pero podemos observarlos desde aquí!" - explicó Nancy.

Mientras avanzaban, descubrían diferentes tipos de flores y árboles. De repente, escucharon un ruido. Miraron hacia arriba y vieron un grupo de aves volar en círculos.

"¿Qué aves son esas?" - preguntó Isaac, intrigado.

"Esas son golondrinas. Volando en forma de círculo, están llamando a su familia para alimentarse," - explicó Diana.

Más adelante, llegaron a un claro donde encontraron un pequeño conejo saltando alegremente entre las flores. Isaac se agachó con cuidado.

"¡Mirá, un conejito!" - susurró emocionado.

"¡Es tan rápido!" - dijo Ramirito.

Isaac, lleno de curiosidad, se movió lentamente hacia el conejo.

"No te acerques tanto. Hay que dejar que los animales se sientan seguros." - aconsejó Nancy.

Fue entonces cuando un gran zorro apareció en el borde del claro. Todos se quedaron paralizados.

"¡Wow! ¡Es un zorro!" - dijo Luisca.

"¡Es hermoso!" - expresó Isaac, maravillado.

Pero el zorro, al notar a los niños, comenzó a alejarse rápidamente.

"No te preocupes, solo estaba buscando algo para comer," - dijo Diana. "Los animales son muy astutos."

Al final de su caminata, llegaron a una zona donde se podía armar un picnic. Se sentaron sobre una manta y comenzaron a disfrutar de la comida que Nancy había preparado.

"Esto es riquísimo, tía!" - exclamó Juan Pablo mientras mordía un sándwich.

"Y pensar que hoy aprendimos tanto sobre la naturaleza..." - reflexionó Luisca.

"Me encanta pasar tiempo con ustedes en la naturaleza," - dijo Isaac mientras miraba el cielo azul.

Sin embargo, justo cuando todos disfrutaban de sus bocadillos, comenzaron a escuchar un suave llanto. Siguiendo el sonido, encontraron un pequeño pájaro que había caído de su nido.

"¿Qué hacemos?" - preguntó Ramirito, con preocupación.

"Debemos ayudarlo y devolverlo a su árbol. Pero primero dejémoslo tranquilo y no lo toquemos, ya que su mamá puede estar cerca," - dijo Diana.

Después de un rato de espera, una golondrina apareció, volando hacia el pájaro. Todos observaron cómo la madre se acercaba con un gusanito en el pico.

"¡Lo está alimentando!" - gritó Luisca feliz.

De pronto, Isaac tuvo una idea brillante.

"¿Y si lo ayudamos a subir de nuevo al nido?" - propuso.

"Sí, pero debemos hacerlo con cuidado," - contestó Nancy.

Con la mirada atenta de todos, hicieron una escalera de ramas y hojas, asegurándose de que el pequeño pájaro no sintiera miedo. Con esfuerzo, lograron que el pajarito regresara a su nido, donde su madre lo esperaba.

"¡Lo logramos!" - gritaron todos con alegría.

El sol comenzaba a ocultarse, y el grupo sabía que era hora de volver a casa. Mientras regresaban, Isaac sonrió y dijo:

"Hoy aprendí que ayudar a los animales es muy importante. Y que cada uno de nosotros puede hacer algo grande, aunque seamos pequeños."

"Así es, querido. El amor y respeto por la naturaleza lo podemos llevar siempre con nosotros," - concluyó Diana orgullosa.

Y así, llenos de nuevas experiencias y recuerdos, regresaron a casa, prometiendo volver a la naturaleza y seguir cuidándola.

FIN.

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