Isabela en busca del tesoro del bosque




Isabela era una niña curiosa que vivía en un pequeño pueblo rodeado de un frondoso bosque. Su papá, un leñador, pasaba sus días cortando árboles, mientras que su mamá cuidaba de su hogar con cariño.

Isabela siempre había escuchado historias fabulosas sobre un tesoro escondido en lo más profundo del bosque, repleto de gemas brillantes y monedas de oro. Un día, mientras observaba el bosque desde su ventana, decidió que quería encontrar ese tesoro y hacer realidad la leyenda.

"Papá, mamá, escuché hablar de un tesoro escondido en el bosque y quiero encontrarlo", dijo Isabela con entusiasmo. "Hija, el bosque es un lugar peligroso y misterioso, no deberías aventurarte allí sola", respondió su papá preocupado.

Pero Isabela, con determinación en los ojos, les aseguró que nada malo le sucedería y que regresaría con el tesoro. Decidida a emprender su búsqueda, Isabela se preparó con una mochila llena de provisiones y partió hacia el bosque sin mirar atrás.

Avanzó entre los árboles altos y frondosos, escuchando el canto de los pájaros y el susurro del viento. De repente, encontró un puente antiguo que daba a un sendero desconocido.

Sin dudarlo, cruzó el puente y se adentró en el camino, emocionada por lo que descubriría. A medida que avanzaba, se encontró con criaturas mágicas del bosque que le ayudaron en su búsqueda: hadas que le mostraron el camino, duendes que le dieron pistas y animales que le advirtieron de peligros.

Finalmente, después de superar obstáculos y desafíos, Isabela llegó a una cueva oculta. Allí, entre las sombras, descubrió el brillo del tesoro del bosque.

Con cuidado, recogió algunas piedras brillantes y unas monedas de oro, maravillada por la belleza de lo que había encontrado. Con su mochila llena del tesoro, Isabela emprendió el regreso a casa, sintiéndose como una verdadera aventurera. Al llegar, compartió su historia con su papá y su mamá, quienes quedaron asombrados por lo que había logrado.

Desde entonces, Isabela visitaba el bosque con respeto y gratitud, sabiendo que siempre habría misterios por descubrir y tesoros por encontrar.

FIN.

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