Isabella, la iguana perezosa y el renacer de Selvatopia



Había una vez, en lo profundo de la selva argentina, un lugar maravilloso llamado Selvatopia. En este hermoso rincón de la naturaleza vivían animales de todas las formas y tamaños.

Entre ellos se encontraba una iguana llamada Isabella, famosa por su pereza extrema. Isabella pasaba sus días tumbada en una rama, sin hacer absolutamente nada más que disfrutar del sol y comer hojas verdes. Mientras tanto, los demás animales trabajaban arduamente para mantener viva la selva.

Un día, Selvatopia se enfrentó a un problema muy serio: una sequía azotó el lugar. El agua comenzó a escasear y los animales no sabían qué hacer. Todos se reunieron en el gran árbol central para buscar soluciones.

-¡Estamos en problemas! -exclamó Simón el mono-. Si no encontramos agua pronto, nuestros hogares y alimentos desaparecerán. Todos estaban preocupados excepto Isabella, quien seguía durmiendo plácidamente sobre su rama favorita.

Los animales decidieron formar equipos para buscar agua por toda la selva. Los monos subirían a los árboles más altos para ver si divisaban algún río cercano; los pájaros volarían lejos buscando charcos ocultos; mientras que los venados utilizarían su olfato agudo para encontrar manantiales escondidos entre la vegetación.

Mientras tanto, Isabella continuaba dormida sin enterarse de todo el alboroto que había causado la sequía. Pasaron varios días y aún no encontraban ni una gota de agua fresca. Los animales estaban agotados y desanimados.

Justo cuando todo parecía perdido, una gran tormenta se desató sobre Selvatopia. La lluvia caía en abundancia, llenando los ríos y rejuveneciendo la selva. Los animales celebraron con alegría mientras recibían el agua con gratitud.

Cuando la tormenta finalmente cesó, Isabella despertó de su profundo sueño y notó que algo había cambiado en su hogar. -¡Vaya! ¡Cuánta agua ha llovido! -exclamó sorprendida-.

¿Qué ha pasado? Los demás animales le contaron acerca de la sequía y cómo habían buscado incansablemente el agua hasta que la tormenta llegó para salvarlos. Isabella sintió remordimiento por no haber ayudado a sus amigos durante ese difícil momento.

Decidió cambiar su actitud perezosa y comenzar a trabajar duro para mantener viva la selva junto a los demás animales. A partir de ese día, Isabella se unió a las tareas diarias de todos los habitantes de Selvatopia. Ayudaba a recolectar frutas, plantaba semillas nuevas y se aseguraba de limpiar su entorno para mantenerlo hermoso.

La iguana peresosa demostró que las segundas oportunidades existen y que todos podemos cambiar si nos lo proponemos.

Juntos, los habitantes de Selvatopia lograron superar cualquier obstáculo que se presentara en su camino gracias al trabajo en equipo y la solidaridad entre ellos. Y así, esta hermosa selva continuó floreciendo gracias al esfuerzo conjunto de todos sus habitantes, incluida Isabella, la iguana peresosa que se convirtió en una gran trabajadora y un ejemplo para los demás animales de Selvatopia.

FIN.

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