Isaias, el Profesor Especial
En un pequeño y encantador pueblo de Argentina, vivía un niño llamado Isaias. Todo el mundo lo conocía por su increíble amor por los animales, su asombroso talento para las manualidades y su habilidad única para hacer felices a los demás. Sin embargo, Isaias era diferente. A veces le costaba un poco más comunicarse y entender algunas cosas que a los demás les parecían simples.
Un día, mientras jugaba con su perro Pipo en el parque, su profesora, la señorita Clara, se acercó a él.
"Hola Isaias, ¿te gustaría ayudarme en la clase de mañana? Estoy buscando a alguien que le guste contar historias a los niños de primer grado".-
Los ojos de Isaias brillaron de emoción. Le encantaba contar historias, pero era la primera vez que se le ofrecía algo así en la escuela.
"¡Sí! Me encantaría ayudar, señorita Clara".-
Al día siguiente, los alumnos de primer grado estaban ansiosos por conocer al nuevo “profesor invitado”. Isaias se sentía un poco nervioso mientras entraba al aula, pero al ver a los niños sonriendo, se le pasó de inmediato. Se puso de pie frente a ellos y, con una gran sonrisa, comenzó a contarles su historia favorita sobre un loro aventurero llamado Lulú.
"Lulú volaba sobre árboles y mares, viajando a lugares lejanos y aprendiendo siempre algo nuevo. ¡Un día, decidió que quería buscar el arcoíris!".-
A medida que narraba con pasión, los niños se acercaron a su relato como si fueran parte de la aventura. Isaias se sentía en casa, cada palabra lo impulsaba a seguir.
Cuando terminó, los estudiantes aplaudieron y gritaron:
"¡Más, más!".-
"Ahora cuéntenos sobre lo que les gusta a ustedes, ¡hagamos una historia juntos!".-
Isaias les sugirió que cada uno aportara una idea y así, juntos, crearon una historia sobre un dragón que quería ser pintor. Fue un hilarante caos de ideas con risas llenando el aula.
Sin embargo, justo cuando pensaba que todo había ido perfecto, un niño llamado Lucas levantó la mano.
"Pero Isaias, eso no se puede, los dragones no pintan".-
Isaias se sintió un poco herido por el comentario.
"¿Por qué no?".-
Lucas respondió:
"Porque es raro..."
Los otros niños murmuraron, algunos asintiendo, otros confundidos. Isaias sintió un nudo en el estómago. Pero en ese momento, la señorita Clara intervino:
"Está bien, Lucas. ¿Por qué no miran más allá de lo que conocen? Isaias ha mostrado que la imaginación puede llevarnos a cualquier lugar. ¿Y si el dragón sí quiere ser pintor?".-
Isaias tomó una respiración profunda y dijo:
"Sí, ¡imaginemos un mundo donde los dragones pintan! Donde los árboles son azules y el cielo tiene lunares amarillos".-
Los niños comenzaron a reír y a volar con sus ideas. Poco a poco, Lucas comprendió que la diferencia hacía su historia aún más interesante y emocionante. El aula se llenó de colores, risas y creatividad.
Al final de la clase, desencadenados por la creatividad de Isaias, todos los niños estaban entusiasmados por ser diferentes.
"Gracias, Isaias, por mostrarnos que ser diferente puede ser hermoso y divertido".- le dijo Lucas, ahora con una sonrisa brillante.
"No importa si a veces no entendemos algo; podemos aprender juntos y crear algo maravilloso".-
Isaias se sintió tan feliz que no sabía cómo agradecerles.
"¡Gracias a ustedes por dejarme ser su profesor hoy!".-
Desde ese día, Isaias fue conocido como el “profesor especial” de la escuela, quien siempre traía consigo nuevas formas de ver el mundo, y los niños aprendieron que sus diferencias podían ser superpoderes creativos.
Con el tiempo, Isaias descubrió que ser diferente no solo era parte de lo que lo hacía especial, sino que también lo convertía en un gran maestro. Y así, en su corazón, supo que siempre quería seguir enseñando y contando historias a los demás, porque la diversidad brindaba al mundo una belleza única.
Y todo el pueblo aprendió a celebrar sus diferencias, como colores en un arcoíris.
FIN.