Israel el Bandido y el Gran Cambio



Era una vez un pequeño pueblo llamado Valle Verde, donde vivía un niño travieso llamado Israel. Todos en el pueblo lo conocían como Israel el Bandido. No porque robar a alguien, sino porque siempre estaba haciendo travesuras: escondía las bicicletas de sus amigos, pintaba los árboles de colores locos, y a veces, hasta ataba las zapatillas de los adultos entre sí.

A pesar de sus travesuras, Israel era un buen chico de corazón. Su mejor amigo era Tomás, un niño más tímido que le encantaba leer. Tomás creía que había un lado bueno en Israel que aún no se había mostrado al mundo.

"¡Eh, Israel! ¡No deberías hacer esas cosas!" - le decía Tomás mientras intentaba desatar sus zapatillas atadas.

"¡Vamos, Tomás! ¡Es solo un poco de diversión! Nadie se enoja de verdad..." - contestaba Israel riéndose.

Un día, mientras estaban jugando en el parque, Israel decidió que su próxima travesura sería atrapar a un grupo de patos que nadaban en el estanque. Se acercó sigilosamente, pero cuando estaba a punto de atraparlos, se dio cuenta de que los patos estaban asustados y comenzaron a volar en desbandada. Al ver a los patitos asustados, algo cambió en el corazón de Israel.

"Espera... No quería asustarlos. No quería que se fueran" - dijo Israel, sintiendo un nudo en el estómago.

Tomás se le acercó y le dijo:

"Siempre hay una opción mejor, Israel. ¿Y si en lugar de asustarlos, los ayudamos?"

Israel pensó un instante. **¿Ayudar? ** No había pensado en eso antes. Juntos, decidieron construir una pequeña casa para patos usando ramas y hojas secas del parque. Trabajaron durante horas, y poco a poco, la casa fue tomando forma.

Cuando terminaron, se sintieron muy orgullosos. Esa tarde, en lugar de hacer travesuras, se sentaron a observar cómo los patos volvían al estanque y se acercaban a su pequeña casa.

"¡Mirá, Tomás! ¡Vienen!" - gritó Israel lleno de emoción.

Los patos comenzaron a entrar y salir de su nueva casita. Israel sintió una gran satisfacción en su pecho que nunca había experimentado. Esa pequeña acción había cambiado algo en él.

"Tal vez no sea tan malo ser el héroe" - dijo Israel, sonriendo.

Desde ese día, Israel decidió que en lugar de hacer travesuras, haría cosas que ayudarían a su comunidad. Con la ayuda de Tomás, empezaron a limpiar el parque, cuidar las plantas y organizar juegos para los niños del barrio. Israel dejó de ser conocido como el bandido y, en cambio, se convirtió en Israel el Ayudante.

Un día, el alcalde del pueblo, al ver todo lo que habían hecho, decidió invitarlos a recibir un reconocimiento público.

"¡Ustedes son los mejores!" - les dijo el alcalde.

"Es genial lo que hicieron para ayudar a nuestro parque" - agregó.

Los ojos de Israel brillaban de alegría. Se dio cuenta de que hacer el bien era mucho más gratificante que cualquier travesura que pudiera haber hecho.

Y así, Israel el Bandido se transformó en un verdadero héroe para su comunidad. De vez en cuando, su viejo espíritu travieso regresaba, pero ahora siempre lo acompañaba una buena acción que lo hacía sentirse bien por dentro.

Así fue como un niño lleno de travesuras se convirtió en un amigo y ayudante para todos en Valle Verde, recordando siempre que todos tenemos la capacidad de hacer el bien y cambiar para mejor.

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FIN.

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