Itatí y el Viaje en Avión
Había una vez una niña llamada Itatí que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos. Era una niña curiosa y soñadora, siempre con una sonrisa en el rostro. Un día, recibió una carta muy especial de su gran amigo y amor, Mateo, quien vivía en otro pueblo, al otro lado de las montañas. Con entusiasmo, Itatí leía la carta:
"Querida Itatí, este fin de semana largo tengo una gran sorpresa para ti. ¿Te gustaría venir a visitarme? Me encantaría mostrarte el hermoso lago que hay aquí. Un abrazo, Mateo."
Itatí se emocionó tanto que decidió que debía volar en avión para llegar a Mateo rápidamente. Con ayuda de su mamá, compraron pasajes para el vuelo del sábado por la mañana.
"Mamá, ¿y si nos perdemos en el aire?" preguntó Itatí con un poco de miedo.
"No te preocupes, cariño. Los pilotos son expertos. Solo hay que disfrutar del viaje y mirar por la ventana. ¡Verás el mundo desde arriba!" respondió su mamá tranquilizándola.
El día del vuelo, Itatí llegó al aeropuerto con una mochila llena de cosas para compartir con Mateo. Se sentó junto a la ventana y, al despegar, su corazón latía de emoción. Observaba como las casas se hacían pequeñas y las montañas parecían grandes volcanes.
Cuando llegaron, Mateo la estaba esperando con una gran sonrisa y un ramo de flores.
"¡Itatí! ¡Qué alegría verte!" exclamó Mateo abrazándola.
"Gracias por invitarme, Mateo. Estoy lista para la aventura. ¿Dónde está ese lago maravilloso?" preguntó Itatí.
Juntos comenzaron a caminar hacia el lago, pero en el camino, se encontraron con un gran problema: había un árbol enorme caído que bloqueaba el sendero.
"¿Qué hacemos ahora?" preguntó Itatí.
"¡Espero que no se haya caído por la tormenta!" respondió Mateo.
"Tal vez podamos mover algunas ramas y hacer un camino. Necesitamos trabajar en equipo" sugirió Itatí, pensando en cómo podían resolverlo.
Junto con la ayuda de algunos vecinos, comenzaron a quitar las ramas y pronto crearon un pequeño paso por el que pudieron seguir caminando. En ese momento, Itatí y Mateo se dieron cuenta de que juntos podían superar cualquier obstáculo.
Finalmente, llegaron al lago, que era aún más hermoso de lo que Itatí imaginaba. La luz del sol brillaba sobre el agua cristalina, y en la orilla había flores de todos los colores.
"¡Mirá qué lindo!" exclamó Mateo. "¿Ves esas piedras? Creo que podemos hacer una pequeña brújula con ellas para jugar."
"¡Genial!" respondió Itatí, entusiasmada.
Pasaron toda la tarde jugando, riendo y creando un recuerdo inolvidable. Hasta que el sol comenzó a esconderse detrás de las montañas. Era hora de regresar a casa.
"Fue un día increíble, Itatí. Gracias a vos, pudimos superar el obstáculo y encontrar el lago. ¡Cuánto te extrañaba!" dijo Mateo.
"Yo también te extrañaba, Mateo. Este viaje me enseñó que juntos siempre podemos encontrar una solución. Pero ahora es momento de volver, aunque quiero quedarme un poco más" respondió Itatí.
Al llegar al aeropuerto, Itatí se sintió triste de despedirse, pero sabía que siempre tendrían sus recuerdos de ese día especial.
"Prometeme que me escribirás a menudo y me contarás todas tus aventuras. Así nuestra amistad siempre estará viva, aunque estemos lejos" dijo Itatí.
"Prometido, siempre estarás en mi corazón, Itatí. ¡Hasta la próxima encuentra!" respondió Mateo.
Y así, con una gran sonrisa, Itatí subió al avión, llevando en su corazón la sabiduría de que los verdaderos amigos nunca están lejos, incluso si hay montañas de por medio. Su aventura le había enseñado que con trabajo en equipo y valentía, podían superar cualquier inconveniente.
Desde entonces, cada vez que miraba al cielo, recordaba su vuelo y el hermoso día junto a Mateo. Aprendió que los viajes pueden ser sorprendentes y que las amistades verdaderas son la verdadera aventura de la vida.
FIN.