Ithan, el pequeño maestro Jedi

En una galaxia muy, muy lejana, vivía un niño llamado Ithan. Desde muy chico, Ithan tenía un gran sueño: convertirse en un maestro Jedi como los héroes de las historias que su mamá le contaba antes de dormir. Ithan pasaba sus días corriendo por el jardín con su sable láser de juguete, practicando sus movimientos y concentrándose en usar la Fuerza.

"¡Vamos, sable láser, eres mi mejor amigo!" Ithan gritaba emocionado mientras saltaba y esquivaba imaginarios disparos de bláster.

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Un día, mientras Ithan entrenaba con su sable láser, escuchó un ruido proveniente del bosque cerca de su casa. Sin pensarlo dos veces, decidió aventurarse en el bosque para descubrir qué lo producía. A medida que se adentraba en el bosque, Ithan sentía que la Fuerza lo guíaba.

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Entre los árboles, Ithan se encontró con una extraña criatura. Era pequeña, peluda, y tenía unos ojazos negros brillantes. Ithan supo de inmediato que era un Ewok, una de las criaturas que los Jedi habían ayudado en el pasado. El Ewok se acercó a Ithan y le tendió la mano en señal de amistad. Juntos, Ithan y el Ewok emprendieron una aventura por el bosque, resolviendo acertijos y enfrentando desafíos con valentía y astucia.

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Finalmente, llegaron a un claro en el bosque donde se encontraba una antigua nave Jedi, cubierta por años de abandono. El Ewok le preguntó a Ithan si estaba listo para asumir su destino como un verdadero Jedi. Ithan, emocionado y un poco nervioso, asintió con determinación. El Ewok le entregó a Ithan un sable láser real, que brillaba con un intenso color azul. Ithan sabía que este era el momento que había estado esperando.

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De vuelta en su hogar, Ithan continuó practicando con su nuevo sable láser, pero esta vez, bajo la atenta mirada de su amigo Ewok. Juntos, emprendieron incontables aventuras, demostrando que con valor, amistad y determinación, cualquier sueño puede convertirse en realidad. Y así, Ithan se convirtió en el pequeño maestro Jedi que siempre había deseado ser.