Itza y la Búsqueda de las Estrellitas
Era una mañana brillante en el pequeño pueblo de Luzia. El sol resplandecía, y los pájaros cantaban alegres mientras Itza se despertaba. Desde su ventana, pudo ver el cielo claro y sintió que era el día perfecto para continuar con su búsqueda de estrellitas.
"Hoy voy a encontrar más estrellitas y compartirlas con mis amigos"- pensó en voz alta.
Itza era una niña curiosa y valiente que siempre exploraba su alrededor. Había escuchado de su abuela que las estrellitas eran pequeñas astillas de luz que caían del cielo durante la noche y que, si las encontrabas, podías cumplir deseos. La abuela le había contado que esas estrellitas a veces se escondían en lugares insólitos.
Decidida, Itza salió de su casa y comenzó a recorrer el campo.
En su camino, se encontró a su amigo Tomás.
"Hola, Itza. ¿A dónde vas tan contenta?"- le preguntó Tomás.
"¡Hola, Tomás! Estoy buscando estrellitas. ¿Te gustaría ayudarme?"- respondió Itza con una mirada brillante.
Tomás se rió y dijo:"¿Estrellitas? ¡Eso suena divertido! ¡Vamos a buscarlas!"-.
Ambos amigos se adentraron en el prado, donde las flores danzaban con la brisa. Mientras recorrían el campo, empezaron a mirar bajo las piedras, entre las hojas y detrás de los arbustos.
Después de un rato, no habían encontrado ninguna estrellita y Tomás se sintió un poco decepcionado.
"Tal vez no existan de verdad, Itza"- dijo con un suspiro.
Pero Itza, siempre optimista, le respondió:
"No te preocupes, Tomás. Las cosas mágicas a veces tardan en aparecer. Vamos a seguir buscando"-.
Mientras caminaban, encontraron a Sofía, otra amiga del barrio, sentada bajo un árbol.
"Hola, chicas. ¿Qué hacen?"- preguntó Sofía.
"Estamos buscando estrellitas, ¿te querés sumar?"- dijo Tomás, recuperando la emoción.
Sofía, intrigada, aceptó y se unió a la búsqueda. Los tres amigos comenzaron a buscar en un arroyo cercano, revisando cada rincón.
De repente, Itza escuchó un pequeño ruido.
"¿Qué fue eso?"- preguntó, girándose hacia Tomás y Sofía.
Se acercaron al sonido y, para su sorpresa, encontraron un pequeño zorro atrapado entre unas ramas.
"Pobrecito, hay que ayudarlo,"- dijo Sofía.
Los chicos trabajaron juntos. Tomás sostuvo las ramas mientras Itza y Sofía ayudaban al zorrito a salir. Finalmente, después de un poco de esfuerzo, lograron liberar al pequeño animal.
"Gracias, gracias, amigos!"- dijo el zorro, volviendo su cola.
"¿Sabías que tenías estrellitas escondidas?"- le preguntó Itza con una sonrisa.
El zorro rió y les respondió:
"Las estrellitas no se encuentran en los lugares donde menos las buscas. A veces, aparecen justo cuando ayudas a alguien"-.
Itza y sus amigos se miraron sorprendidos, reflexionando sobre la sabiduría del zorrito.
"¿Y si hacemos un deseo?"- sugirió Sofía.
"Claro,"- dijeron en coro.
"Deseamos que siempre seamos amigos y que ayudemos a quienes lo necesiten"-.
De repente, una suave brisa sopló y algunas hojas empezaron a relucir como si fueran estrellas. Los amigos miraron al cielo, sorprendidos por el espectáculo.
"¡Mirá!"- gritó Tomás, señalando. Había pequeñas luces brillando entre las hojas.
Itza, asombrada, dijo:
"Las estrellitas estaban aquí todo el tiempo, solo teníamos que buscar de la manera correcta"-.
Desde ese día, entendieron que las estrellitas no eran solo luces en el cielo, sino también los momentos de amistad y la ayuda que se brindaban mutuamente.
Así, cada vez que veían una estrella brillar en el cielo, recordaban su aventura y el lazo que los unía. La búsqueda del día se convirtió en una historia que contar y en un nuevo tesoro en sus corazones.
Y así, Itza, Tomás y Sofía siguieron buscando estrellitas, pero ahora sabían que lo más especial estaba en el camino y en la amistad que compartían.
Con cada aventura, su fórmula para encontrar estrellitas se volvió una más: buscar con el corazón y ayudar a quienes lo necesitaban. Y así, estos tres amigos se convirtieron en verdaderos cazadores de estrellitas, iluminando su pueblito con amor y amistad, un deseo a la vez.
FIN.