Jacinta y el arcoíris africano



Había una vez en el zoológico de la ciudad, una jirafa llamada Jacinta. Jacinta era la jirafa más alta y elegante del zoológico, con su largo cuello manchado y sus ojos tiernos que siempre miraban curiosos a su alrededor.

Un día, los niños de una escuela cercana fueron de excursión al zoológico y se quedaron maravillados al ver a Jacinta.

La maestra, la señorita Laura, les contó a los niños sobre las jirafas y cómo son animales muy especiales que viven en África. Los niños estaban tan emocionados que decidieron escribirle una carta a Jacinta para invitarla a visitar su salón de clases en el día de su cumpleaños.

La maestra ayudó a los niños a redactar la carta y se la entregaron al cuidador del zoológico para que se la diera a Jacinta. Jacinta recibió con alegría la invitación y decidió preparar un regalo especial para los niños.

Así que el día del cumpleaños de uno de los niños, cuando todos estaban en clase, empezó a llover fuerte. "¡Qué lluvia tan fuerte! ¡No podremos salir al recreo hoy!" -exclamó uno de los niños.

"Tranquilos chicos, seguro que algo bueno viene después de la lluvia", dijo la señorita Laura tratando de calmarlos. Mientras tanto, Jacinta estaba afuera esperando ansiosa poder ir al salón de clases. Cuando paró la lluvia, el cuidador del zoológico abrió las puertas y dejó entrar a Jacinta.

Los niños no podían creer lo que veían: ¡una jirafa dentro del salón!"¡Es increíble! ¡Jacinta está aquí con nosotros!" -gritaban emocionados los niños. Jacinta les regaló un hermoso arcoíris hecho con globos largos que llevaba atados en su cuello.

Los niños estaban felices con el regalo y le dieron las gracias abrazándola con mucho cariño. "Gracias por venir, Jacinta. Eres la mejor sorpresa de cumpleaños que podríamos haber tenido" -dijo uno de los niños mientras acariciaba su cuello.

Jacinta pasó toda la mañana con los niños contándoles historias sobre África y enseñándoles curiosidades sobre las jirafas. Los pequeños aprendieron mucho y disfrutaron cada momento junto a ella.

Al finalizar el día, cuando llegó el momento de despedirse, empezó nuevamente a llover afuera. Pero esta vez, los niños ya no se sintieron tristes por tener que quedarse adentro porque sabían que después de la lluvia siempre sale el sol...

Y quizás también una amistad inolvidable como la que habían formado con Jacinta.

FIN.

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