Jacinta y la Fiesta de la Amistad



Era un soleado día en Socuéllamos, y Jacinta y La Frutas se estaban preparando para un gran evento en su pueblo: la Fiesta de la Amistad. Ambas eran amigas desde pequeñas y compartían la pasión por la natación. Su sueño era competir en el campeonato local y, al mismo tiempo, disfrutar de las festividades que iban salpicando su verano.

"¿Estás lista para la fiesta, Jacinta?" - preguntó La Frutas, con una gran sonrisa.

"¡Aún me falta decorar mi traje de baño!" - respondió Jacinta, mientras arreglaba unos brillantes que había conseguido.

"No te preocupes, siempre te queda bien... y no puedo esperar a lucir mis frutas en la fiesta" - comentó emocionada La Frutas, refiriéndose a su traje de baño decorado con coloridas frutas.

A medida que pasaron los días, la magia de la fiesta comenzó a apoderarse de ellas. La plaza del pueblo se adornó con globos, luces y una divertida música que invitaba a bailar. Jacinta y La Frutas habían prometido participar de todas las actividades, así que decidieron inscribirse en una competencia de natación que se realizaría el día de la fiesta.

El día de la competencia, un gran revuelo se armó. Todos los nadadores, chicos y chicas de diferentes edades se encontraban listos en la piscina. Cuando sonó la bocina, Jacinta y La Frutas se lanzaron al agua como peces saltando de alegría.

Pero al llegar a la mitad de la carrera, la música de la fiesta sonó mucho más fuerte. La Frutas, intrigada, miró desde el agua hacia la playa donde amigos y familias bailaban.

"¿No te parece que deberíamos hacer una pausa y disfrutar un poco de la fiesta?"

"Pero estamos en medio de la competencia..." - respondió Jacinta, sin querer distraerse.

Mientras tanto, en la playa, Juan, un amigo de ambas y gran amante de las fiestas, estaba organizando un evento en el que el ganador de la competencia también sería el primer bailarín de la fiesta.

"¡Chicos, si quieren ganar, deben darlo todo!" - gritó Juan, desde la orilla.

Las amigas miraron una vez más hacia la fiesta. Jacinta, que era muy competitiva, decidió concentrarse y seguir nadando a toda velocidad. La Frutas optó por seguirla, pero su corazón latía al ritmo de la música que provenía de la playa.

Justo en el último tramo de la carrera, Jacinta miró hacia un costado y vio que La Frutas estaba zambulléndose por el fondo de la piscina hacia la salida. En un arrebato de creatividad, La Frutas tuvo una brillante idea.

"¡Jacinta! Vamos a hacer algo diferente... ¡una zancadilla con un giro!" - La Frutas tomó la delantera y realizó un giro espectacular para sorpresa de todos.

Jacinta no pudo contener la risa al ver a su amiga arriesgándose.

"No sé si nos permita hacerlo, pero ¡vamos!"

Ambas se concentraron y ejecutaron el giro de la mejor manera que pudieron, justo antes de salir a la superficie. El público estalló en vítores. En ese momento, sintieron que la alegría era más valiosa que ganar una medalla.

Finalmente, el concurso se terminó. Aunque llegaron en los últimos lugares, se sintieron como las ganadoras de la fiesta. Con sus trajes de baño llenos de color y con el espíritu de la celebración, se lanzaron a la fiesta.

"Fue la mejor decisión que pudimos tomar" - dijo Jacinta, mientras ambas bailaban entre amigos.

"¡Y lo mejor es que somos un equipo!" - respondió La Frutas, recordando que la verdadera felicidad no estaba en competir, sino en disfrutar juntos.

Cuando la fiesta llegaba a su fin, Juan tomó el micrófono y, con una gran sonrisa, anunció a La Frutas como la mejor bailarina de la noche.

"¡Y yo compartiré este premio con mi mejor amiga, Jacinta!" - dijo La Frutas.

Ambas se abrazaron, sabiendo que su amistad y los momentos compartidos eran los mayores tesoros. Y así, en Socuéllamos, aprendieron que a veces lo importante no es ganar, sino disfrutar de cada zancada y cada ritmo, porque, al final, la verdadera victoria está en la amistad.

FIN.

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