Jacinto, el Sapo Soñador
Había una vez, en un hermoso y frondoso río, un pequeño sapo llamado Jacinto. Desde muy temprana edad, Jacinto soñaba con ser un gran cantante de ópera. Pasaba horas junto al río, imitando las melodías de los pájaros y soñando con dar un gran concierto. Pero sus amigos, las ranas y otros sapos del lugar, no compartían su sueño.
"- ¿Un cantante de ópera?" - se reía Rufi, su mejor amigo. "¡Ja! Ja! ¡Eso es imposible, Jacinto!"
"- Además, ¡mirá tu voz! Suena más como un croar que como un canto!" - agregaba Lila, una rana coqueta que siempre se creía la más bonita del estanque.
Aunque sus amigos se burlaban de él, Jacinto nunca perdió la esperanza. Al contrario, cada vez que lo criticaban, se esforzaba más por mejorar su canto. Se pasaba las noches practicando en la orilla del río, mientras la luna brillaba sobre él. Su determinación era inquebrantable.
Un día, mientras Jacinto practicaba una famosa aria de ópera, escuchó un murmullo en la lejanía. Se asomó y vio a un grupo de animales del bosque organizando un festival de talentos. Era la oportunidad perfecta para demostrar lo que valía.
Decidido, se acercó al grupo.
"- Hola, soy Jacinto, el sapo, y quiero participar en el festival como cantante de ópera."
Los animales se miraron entre sí, sorprendidos.
"- ¿Un sapo en un festival de talentos de ópera? Eso es ridículo." - dijo una ardilla.
"- ¡No va a poder!" - murmuró el búho.
Sin embargo, Jacinto no se dio por vencido. A pesar de los comentarios, decidió inscribirse y preparar una presentación. Durante semanas practicó arduamente, buscando lo mejor de sí mismo.
Finalmente, llegó el día del festival. Jacinto se encontraba nervioso, pero emocionado. Cuando llegó su turno, subió al escenario rodeado de miradas escépticas.
"- ¡Vamos, Jacinto!" - se animaba a sí mismo.
Entonces, tomando una profunda bocanada de aire, comenzó a cantar. La melodía resonó por todo el bosque, y para asombro de todos, Jacinto brilló con su voz poderosa y llena de emoción. Nadie esperaba que un sapo pudiera cantar así. Sus compañeros ranas estaban boquiabiertos.
"- ¡Pero, ¿qué es esto? !" - decía Rufi, mientras sus ojos se llenaban de admiración.
Jacinto continuó, y a medida que cantaba, los animales comenzaron a aplaudir. La música llenó el aire, y todos esos que alguna vez se rieron de él no podían creer lo que estaban presenciando.
Al finalizar su actuación, Jacinto recibió una ovación ensordecedora.
"- ¡Eres increíble!" - gritó un ciervo.
"- ¡Nunca imaginé que un sapo pudiera cantar tan bien!" - exclamó una tortuga.
Jacinto, emocionado, sonrió felizmente.
"- Gracias a todos por darme la oportunidad de mostrarles que los sueños sí se pueden cumplir, sin importar lo que digan los demás."
Desde ese día, los compañeros de Jacinto aprendieron una lección valiosa. Nunca más se burlaron de los sueños de alguien, y comenzaron a alentar a los demás a seguir sus pasiones, sin importar cuán inusuales parecieran. Jacinto se convirtió en el cantante de ópera más querido del bosque, mostrando que con esfuerzo y dedicación, todo es posible. Así, el pequeño sapo cumplió su sueño y nunca dejó de cantar.
FIN.