Jaime y las ciruelas



Jaime era un niño curioso y aventurero que vivía en un pequeño pueblo rodeado de árboles frutales. Un día, mientras paseaba por el huerto de su abuelo, se encontró con un árbol repleto de ciruelas jugosas y apetitosas.

Sintió tanta curiosidad que decidió probar una ciruela, pero al hacerlo, se llevó una sorpresa. - ¡Ay, qué ácida! - exclamó Jaime con una mueca. Decidido a encontrar una ciruela dulce, Jaime se puso en marcha.

Recorrió todos los árboles de ciruelas del pueblo, pero ninguna era dulce. Desanimado, estaba a punto de rendirse cuando escuchó una voz suave que provenía de un pequeño y misterioso árbol escondido. - ¿Buscas una ciruela dulce? Ven conmigo - dijo la voz.

Intrigado, Jaime siguió la voz y descubrió un árbol especial, el cual le explicó que para encontrar una ciruela dulce debía aprender a ser paciente y cuidadoso. Jaime se propuso cuidar el árbol con amor y dedicación, regándolo y protegiéndolo del viento.

Poco a poco, el árbol comenzó a dar frutos dulces y sabrosos. Jaime aprendió que la paciencia y el cuidado traen grandes recompensas, y disfrutó de las deliciosas ciruelas junto a su familia y amigos.

FIN.

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