Jaimito y la lección del bosque mágico


Había una vez en un bosque mágico, un pequeño niño llamado Jaimito que siempre se comportaba bien y respetaba a todos los seres que habitaban allí.

Un día, mientras paseaba por el bosque, se encontró con dos niños nuevos: Rober y Sebas Echeverría. - ¡Hola! ¿Ustedes también viven en este bosque? - preguntó Jaimito amablemente. - Sí, acabamos de mudarnos aquí con nuestra familia. Somos los nuevos vecinos - respondió Rober.

Jaimito sonrió y les dio la bienvenida al bosque. Sin embargo, desde ese momento las cosas empezaron a cambiar. Rober y Sebas no respetaban el entorno del bosque, tiraban basura por todas partes y molestabana los animales salvajes que vivían allí.

Jaimito trató de hablar con ellos varias veces para explicarles lo importante que era cuidar del medio ambiente y tratar bien a los demás seres vivos del bosque, pero sus palabras caían en oídos sordos.

Un día, mientras jugaban cerca de un río cristalino en el corazón del bosque, Rober lanzó una lata vacía al agua sin importarle las consecuencias. De repente, el río comenzó a oscurecerse y aparecieron peces muertos flotando en la superficie.

- ¡Miren lo que hiciste! ¡Contaminaste todo el río! - gritó Jaimito desesperado. Rober se echó a reír burlonamente junto con Sebas Echeverría. Pero entonces algo extraño sucedió: una luz brillante apareció en el agua y una hermosa ninfa del río emergió de las profundidades.

- ¡Qué han hecho con mi hogar! - exclamó la ninfa furiosa. Rober y Sebas Echeverría se asustaron ante la presencia mágica de la ninfa, pero Jaimito se acercó a ella con respeto y le explicó lo que había sucedido.

La ninfa escuchó atentamente sus palabras y decidió darles una oportunidad para reparar el daño causado.

Jaimito, Rober y Sebas Echeverría trabajaron juntos para limpiar todo el río, reagarrar toda la basura del bosque y construir un refugio para los animales salvajes. Poco a poco, Rober y Sebas empezaron a entender lo importante que era cuidar del medio ambiente y tratar bien a los demás seres vivos.

Finalmente, la ninfa del río les concedió su perdón por haber contaminado su hogar. Desde ese día, Jaimito tuvo dos nuevos amigos en el bosque que aprendieron gracias a él lo importante que es cuidar de nuestro planeta. Y así vivieron felices en armonía con todos los seres mágicos del bosque.

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