Jaunito y el Misterio de la Montaña Brillante



En el pequeño pueblo de Challhuahuacho, donde las montañas se alzan como gigantes dormidos y el aire es fresco y limpio, vivía un niño llamado Jaunito. Era un niño curioso y aventurero que pasaba sus días jugando con sus amigos y explorando la naturaleza. Pero lo que lo hacía especial era su perro, Tuntún, un can de pelaje dorado y ojos chispeantes que, secretamente, podía hablar.

Un día, mientras jugaban cerca del arroyo, Jaunito y sus amigos escucharon un rumor sobre una montaña misteriosa que brillaba bajo la luz del sol. Al enterarse de esto, Jaunito se sintió intrigado.

"¿Escucharon eso? Hay una montaña que brilla en el horizonte", dijo Jaunito emocionado.

"¡Sí! Dicen que quien la encuentre podrá cumplir un deseo", respondió su amigo Lucas con los ojos brillantes.

Tuntún, que había estado escuchando, decidió unirse a la conversación.

"Ese es un gran misterio, Jaunito. Tal vez deberíamos ir a buscarla juntos", sugirió con voz suave.

Con la promesa de una gran aventura, Jaunito, Tuntún y sus amigos decidieron partir hacia la montaña brillante. Llevaron consigo mochilas llenas de comida, agua y algunas linternas, por si acaso.

Mientras caminaban, el grupo se encontró con muchos obstáculos: un río caudaloso, arbustos espinosos y varios senderos confusos. Pero cada vez que enfrentaban un desafío, Tuntún les daba consejos.

"Deberíamos construir un puente con esos troncos", decía cuando se encontraron con el río.

"Caminemos más despacio y sin hacer ruido para no asustar a la fauna que nos rodea", agregaba al atravesar el bosque.

Después de mucho andar y resolver varios problemas, finalmente llegaron a la base de la montaña brillante. ¡Era más hermosa de lo que habían imaginado! La piedra irradiaba un resplandor dorado.

"No puedo creer que lo hayamos encontrado", exclamó Sofía, una de las amigas de Jaunito.

"Sí, pero ¿cómo subimos?", se preguntó Lucas.

Tuntún miró hacia arriba, donde la montaña se alzaba desafiante.

"Hay un camino serpenteante en el costado. Sigamos juntos, mantenernos unidos es importante", dijo Tuntún, y empezó a guiar al grupo.

Mientras ascendían, el aire se volvía más fresco y el resplandor más intenso. Pero de repente, se encontraron con un gran obstáculo: una pared de roca enorme que bloqueaba el camino. Justo cuando pensaban en darse por vencidos, Tuntún sugirió:

"Recuerden que siempre hay una salida, debemos pensar creativo. ¿Y si buscamos otra ruta?"

Los amigos se pusieron a explorar la zona y descubrieron un pequeño túnel en la base de la roca. Decidieron entrar, y después de un rato, llegaron al otro lado, donde la cumbre de la montaña los esperaba. Una vez arriba, el brillo de la montaña era deslumbrante.

"¡Miren!", gritó Jaunito, señalando un pequeño cristal brillante en el centro.

"¡El deseo!", dijeron todos al unísono. Sin embargo, justo cuando Jaunito se acercó al cristal, una voz profunda resonó en el aire.

"Solo los que se esfuerzan mucho y tienen un corazón valiente pueden hacer un deseo aquí", dijo la montaña.

Jaunito se detuvo en seco. Miró a sus amigos y a Tuntún, y se dio cuenta de que el verdadero deseo no era un objeto brillante, sino la aventura que habían compartido, las risas y los desafíos enfrentados juntos.

"Yo deseo que siempre podamos tener aventuras juntos", declaró Jaunito.

"¡Sí! Eso es lo mejor que podríamos haber deseado!", exclamó Sofía.

La montaña brilló aún más, como si aprobara el deseo de Jaunito. Con el corazón lleno de alegría, el grupo comenzó a descender, sabiendo que habían encontrado algo más valioso que solo un brillo: la unión de la amistad y la importancia del trabajo en equipo.

Regresaron a casa con historias que contar y el brillo de la montaña aún en sus corazones, listos para nuevas aventuras que los esperaban en el futuro.

FIN.

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