Javier y la Aventura de los Colores
Había una vez un niño llamado Javier que vivía en un hermoso pueblo llamado Vichuquén. Tenía 6 años y estaba en kinder en la escuela Los Copihue de Licantén. A Javier le encantaban los colores, pero había un misterio en su vida: todos los colores parecían estar perdiendo su brillo y alegría.
Un día, mientras Javier jugaba en el patio de su casa, notó que los árboles no tenían su verde vibrante y las flores se veían opacas.
"Mamá, ¿por qué los colores están tan tristes?" preguntó Javier, sorprendido.
"A veces, los colores necesitan un poco de amor y cuidado, igual que nosotros", respondió su mamá, mientras le acariciaba la cabeza.
Decidido a ayudar, Javier decidió que se convertiría en un superhéroe de los colores. Se puso su capa (una toalla que encontró en su casa) y salió en busca de los colores perdidos. Primero, fue al jardín de su abuela.
"¡Abuela! ¿Puedo ayudar a que las flores sean más coloridas?" le preguntó Javier.
"¡Claro, Javier! ¿Qué tienes en mente?" le respondió la abuela con una sonrisa.
Javier pensó por un momento y luego dijo: "Podríamos regarlas y hablarles. Dicen que a las plantas les gusta que les hablen."
Y así lo hicieron. Javier y su abuela comenzaron a regar las flores y a conversar con ellas. Les contaban historias de aventuras y sueños. Poco a poco, las flores comenzaron a brillar más intensamente. Cuando Javier vio eso, su corazón se llenó de alegría.
"¡Mirá, abuela! Las flores están sonriendo", exclamó Javier.
"Es cierto, querido. Los colores brillan cuando les prestamos atención", dijo su abuela.
Después de ayudar en el jardín, Javier decidió visitar a sus amigos. Cuando llegó al parque, vio a su amigo Lucas jugando solo.
"Hola, Lucas! ¿Querés jugar conmigo?" le preguntó Javier.
"No sé, hoy no tengo ganas...", contestó Lucas con voz apagada.
"Pero, ¿qué tal si hacemos un juego de superhéroes?", sugirió Javier emocionado.
Lucas se mostró un poco interesado, "Bueno, podría intentarlo."
“Perfecto, seremos los protectores de los colores. ¡Vamos a darle vida a todo! ” dijo Javier mientras se ponía su capa con orgullo.
Después de un rato de juegos llenos de risas y gritos, Javier vio cómo los ojos de Lucas comenzaban a brillar nuevamente.
"¡Javier! ¡Esto es divertido!" dijo Lucas, ahora con una gran sonrisa en su rostro.
"¡Sí! Los colores vuelven a aparecer cuando estamos juntos y contentos", explicó Javier, recordando todo lo que había aprendido ese día.
Finalmente, Javier vio que varias niñas y niños se acercaban, atraídos por su risa contagiosa.
"¿Qué están haciendo ustedes?" preguntó Sofía, una compañera del kinder.
"Somos superhéroes de los colores, vení a jugar con nosotros!" respondió Javier con entusiasmo.
Juntos, decidieron hacer una gran actividad en el parque: una búsqueda del tesoro de colores. En cada rincón del parque, colocaron objetos de diferentes colores y todos se unieron para encontrarlos.
El día terminó en una gran fiesta, donde había juegos, pinturitas y anécdotas llenas de diversión. Javier, al ver tanta alegría a su alrededor, se sintió como si realmente hubiese recuperado los colores perdidos.
A partir de ese día, Javier y sus amigos decidieron que todos los viernes sería el día de los colores del parque. Cada semana, trabajarían juntos para hacer que su entorno brillara.
"¿Recuerdan, chicos? Los colores necesitan amor y felicidad!" exclamó Javier al final de la jornada, mientras se sentaban todos juntos.
"¡Sí! ¡Los cuidaremos siempre!" respondieron todos a coro.
Y así, gracias a la determinación de un pequeño niño, los colores de Vichuquén nunca volvieron a perder su brillo. La comunidad se unió para cuidar su entorno y cada día se llenaba de risas, juegos y, por supuesto, muchos colores.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.