Jazmín y la Tortuga Perdida en el Bosque
Eran las siete de la tarde, cuando Jazmín, la ardilla alegre y chispeante, decidió invitar a su mejor amiga, Tula la tortuga, a dar un paseo por el bosque. El cielo estaba pintado de un azul profundo y las estrellas comenzaban a asomarse.
"¡Vamos, Tula! ¡Esta noche es perfecta para una aventura!" - exclamó Jazmín saltando de rama en rama.
"¡Eso suena genial! Pero, ¿no deberíamos volver antes de que anochezca?" - respondió Tula, poniendo su pata en su barbilla, pensando en el camino de vuelta.
"No te preocupes, ¡solo será un paseo corto!" - aseguró Jazmín con una sonrisa.
Así, las dos amigas se adentraron en el bosque. El canto de los grillos llenaba el aire mientras caminaban por senderos cubiertos de hojas crujientes. Jazmín se movía rápidamente entre los árboles, mientras Tula avanzaba a su paso lento pero constante. Tras un rato de diversión, Jazmín se detuvo.
"Mirá, Tula, ¡una estrella fugaz!" - gritó emocionada, apunto a la brillante estela que cruzaba el cielo.
Pero, al girarse para mirar, se dio cuenta de algo horrible.
"¡Oh, no! ¡Nos hemos perdido!" - gritó Jazmín, confundida.
"Tranquila, Jazmín. Respiremos hondo. ¿Recuerdas el camino de vuelta?" - dijo Tula tratando de calmar a su amiga.
"No del todo... creo que tomamos el sendero equivocado en el árbol de roble. ¡Qué despiste!"
Las dos amigas se miraron preocupadas. Pero Jazmín no estaba dispuesta a rendirse.
"Tula, ¡no es el fin del mundo! Solo tenemos que encontrar formas de orientarnos. ¡Mirá las estrellas! Son como un mapa en el cielo, nos pueden guiar" - sugirió Jazmín.
"Eso es cierto, pero también necesitamos encontrar algo que nos sirva como referencia", dijo Tula.
Y así, decidieron buscar un lugar alto para observar mejor. Tras un rato caminando, encontraron un pequeño montículo. Al subir, Tula empezó a notar que la luna estaba saliendo.
"Esa es la luna llena, Jazmín. Si seguimos en dirección al este, podríamos encontrar el lago, ¡y allí conocemos el camino de vuelta!"
"¡Genial, Tula! ¡Vamos!" - respondió Jazmín llena de energía.
Empezaron a caminar, pero el sendero estaba oscuro y los ruidos del bosque se habían intensificado. De repente, un sonido extraño hizo que Jazmín se detuviera.
"¿Oíste eso?" - preguntó en voz baja.
"Sí, creo que fue un búho... ¡mira!" - dijo Tula señalando hacia un árbol.
Al acercarse, vieron un hermoso búho que las observaba con curiosidad. Jazmín, siempre curiosa, se acercó.
"Hola, señor búho. ¿Podrías ayudarnos? Nos hemos perdido y queremos llegar al lago".
"Claro, pequeñas aventureras. Escuché que venían con una buena actitud. Diríjanse hacia el sonido del agua, y sigan las piedras que brillan con el reflejo de la luna" - dijo el búho con voz profunda.
Las dos amigas agradecieron al búho y siguieron sus consejos. Caminando cuidadosamente, comenzaron a oír el suave murmullo del agua.
"¡Estamos cerca!" - exclamó Jazmín emocionada.
Finalmente, lograron llegar al lago. Las aguas reflejaban las estrellas y la luna, creando un espectáculo maravilloso.
"¡Lo logramos, Tula! Solo tuvimos que confiar en nosotras mismas y ayudar a los demás" - dijo Jazmín, sintiéndose muy orgullosa.
"Sí, y aprendimos que no necesitaríamos tener miedo si hacemos el camino juntas" - agregó Tula, sonriendo.
Con el corazón lleno de alegría, encontraron el camino familiar de regreso a casa, riendo y hablando sobre su aventura. De esa noche estrellada aprendieron que las dificultades se pueden superar con valentía y amistad.
Cuando finalmente las dos amigas llegaron a sus hogares, miraron hacia arriba y vieron la estrella fugaz de la que habían hablado.
"Tal vez deberíamos hacer un deseo, ¿no?" - dijo Tula.
"Sí, deseemos siempre tener aventuras juntas" - respondió Jazmín.
Y así, otro capítulo de sus vidas quedó sellado bajo las estrellas. A veces, perderse lleva a encontrar un camino que no se esperaba, pero siempre se pueden encontrar nuevas formas de brillar.
FIN.