Jazmin y su hermanito, amigos entre páginas


Jazmin era una niña muy curiosa, siempre quería saber más del mundo que la rodeaba. Vivía en Buenos Aires con su familia, pero había nacido en París cuando sus padres estaban de viaje.

Desde entonces, Jazmin se sentía especial por haber nacido en una ciudad tan lejana. Un día, mientras jugaba con su hermano Benito de 10 meses, ella lo llamó "bebé chancho".

La mamá de Jazmin escuchó y le explicó que no era agradable llamar a alguien así y que debemos tratar a los demás como nos gustaría ser tratados. Jazmin entendió el mensaje y decidió hacer algo para mejorar la relación con su hermano pequeño.

Empezó a jugar con él más seguido y a hablarle de manera cariñosa. A medida que pasaban los días, Jazmin notaba cómo Benito empezaba a sonreírle más y cómo se acercaba cada vez más para jugar juntos.

Un día, mientras jugaban al escondite, Jazmin encontró un libro antiguo en el sótano de la casa. Era un libro lleno de historias mágicas e increíbles aventuras. Ella estaba fascinada por las ilustraciones y decidió leerlo junto con Benito.

"Mira Beni -dijo Jazmín-, ¡este libro tiene muchas historias interesantes! ¿Quieres que te cuente una?" "¡Sí!" -respondió emocionado Benito. Jazmín abrió el libro y comenzó a contar sobre un dragón que vivía en un castillo encantado.

Los ojos de Benito se abrieron mucho mientras escuchaba la historia con atención. Cuando Jazmín terminó, Benito le pidió que le contara otra. Así, Jazmin y Benito pasaron horas leyendo historias mágicas juntos.

A medida que avanzaban las páginas del libro, Jazmin notaba cómo su hermano pequeño se acercaba más a ella y cómo se sentía cada vez más cómodo en su compañía. Con el tiempo, Jazmin y Benito se convirtieron en los mejores amigos. Jugaban juntos todo el día y compartían sus juguetes sin pelear.

La mamá de Jazmin estaba muy orgullosa de ver lo bien que se llevaban sus hijos. Un día, mientras caminaban por el parque cerca de su casa, Jazmin encontró una moneda en el suelo.

Decidió guardarla para comprar algo especial para ella y para Benito. "Mamá -dijo emocionada-, ¡encontré una moneda! Quiero comprarle un helado a Beni". "¡Qué bonita idea!" -respondió la mamá"Vamos al kiosco".

Cuando llegaron al kiosco, Jazmin compró dos helados: uno para ella y otro para Benito. Mientras comían los helados juntos, Jazmin se dio cuenta de que no importa dónde naces o cómo te llamen tus hermanos pequeños; lo importante es tratar a los demás con respeto y amor incondicional.

Desde ese día en adelante, Jazmín siempre fue amable con todos a su alrededor e hizo muchos amigos nuevos en la escuela.

Y aunque todavía hablaba francés perfectamente gracias a su nacimiento en París, Jazmin se sentía feliz de vivir en Buenos Aires con su hermano Benito y su familia.

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