Jeanlu y el Regalo Perdido



Era un día soleado en el barrio de Jeanlu, un niño conocido por ser el más travieso de todos. Con sus cabellos revueltos y su sonrisa pícara, siempre encontraba una forma de meterse en problemas. Este año, estaba emocionado porque su cumpleaños estaba a la vuelta de la esquina, pero también tenía un pequeño gran problema: su mamá, Laura, le había dicho que si seguía portándose mal, no le daría su regalo.

"Jeanlu, si no dejas de hacer travesuras, no tendrás tu regalo de cumpleaños" – le dijo Laura, con una mirada seria pero cariñosa.

"¡Ay, mamá! Solo estoy jugando un poco", respondió Jeanlu, mientras subía a su bicicleta para correr por el patio.

Los días pasaron y, aunque su madre lo advertía, Jeanlu seguía haciéndole travesuras a sus amigos y hasta a su perro, Rocco. Les escondía los juguetes, tiraba globos de agua y, en una ocasión, les pintó la cola a todos los gatos del barrio.

Sin embargo, su padre, Miguel, siempre se reía cuando Jeanlu hacía alguna de sus travesuras.

"¿Por qué no lo frenás un poco?" – le cuestionó Laura en un tono de reproche.

"Es solo un niño, Laura. A veces hay que dejar que se divierta", contestó Miguel con una sonrisa.

Una mañana, Jeanlu hizo una de sus mejores travesuras: llenó el tazón de Rocco con helado, pensando que sería una sorpresa divertida. Pero cuando Rocco salió corriendo por toda la casa, dejando un rastro de helado derretido, no pudo evitar reírse a carcajadas, mientras su madre se ponía las manos en la cabeza.

"¡Jeanlu! ¡Esto es un desastre!" – gritó ella, mientras corría tras el perro.

"¡Pero mira lo divertido que es!" – dijo Jeanlu, aun riendo.

Laura, ya cansada de sus travesuras, finalmente decidió hablar con él.

"Escuchame, mi amor, no solo se trata de que te portes bien porque yo lo diga. Se trata de respetar a los demás. ¿No te gustaría que te traten con respeto también?" – explicó la madre con ternura.

"Pero solo quiero jugar", dijo Jeanlu, un poco confundido.

Miguel, viendo la situación, decidió intervenir en el tema.

"Lo que tu mamá dice es muy cierto, Jeanlu. Divertirse está bien, pero hay que tener en cuenta a los demás. ¿Qué te parece si armamos una búsqueda del tesoro para todos tus amigos en tu cumpleaños?"

"¡Eso suena increíble!" – exclamó Jeanlu.

Jeanlu, entusiasmado, decidió que empezaría a ayudar a su mamá en los preparativos y a comportarse mejor para asegurarse de que todos tuvieran un gran cumpleaños. Así que, durante los días siguientes, comenzó a recoger los juguetes que había escondido, a jugar con Rocco de forma más amable y a compartir las golosinas con sus amigos.

El día de su cumpleaños llegó y todo estaba listo. El patio estaba decorado y sus amigos empezaron a llegar.

"¡Feliz cumpleaños, Jeanlu!" – gritaban todos mientras entraban.

"¡Gracias! ¡Va a ser super divertido!" – respondió él, sintiéndose emocionado.

Cuando llegó el momento de la búsqueda del tesoro, todos los niños se dividieron en equipos. La risa resonaba en el aire y todos disfrutaban al máximo, mientras recogían pistas y buscaban el tesoro escondido. Jeanlu había decidido que el premio sería un montón de caramelos y juguetes para todos. Todo el mundo estaba feliz.

Al final del día, cuando llegó el momento de abrir sus regalos, Jeanlu se quedó mirando a su madre, esperando ansioso.

"Mamá, ¿un regalo más para mí?" – preguntó intrigado.

"Sí, cariño", sonrió Laura, entregándole una caja envuelta con mucho amor.

Jeanlu abrió la caja y encontró el juego de construcción que tanto había deseado. Miró a su madre con ojos brillantes.

"Gracias, mamá. Prometo comportarme siempre. ¡Este cumpleaños es el mejor!"

"Lo sé, Jeanlu. Lo importante es que aprendiste a disfrutar y también a cuidar de los demás«, dijo Laura abrazándolo.

Así, Jeanlu no solo recibió su tan esperado regalo, sino que también descubrió el valor de la amistad, el respeto y lo importante que es compartir momentos de alegría con quienes nos rodean. A partir de ese día, se volvió más consciente de sus travesuras y aprendió a divertirse sin hacer travesuras que afectaran a los demás. Cada día jugaba de manera más solidaria, convirtiéndose en un gran compañero para todos.

La sonrisa de Jeanlu brilló más que nunca, y en su corazón llevaba la lección más valiosa: la diversión se multiplica cuando se comparte con amigos y familia.

FIN.

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