Jeliel y la Carrera de Loncheras



Era un día soleado en el colegio San Martín. Todos los chicos estaban emocionados porque ese día se iba a hacer la gran Carrera de Loncheras, un evento especial donde cada uno podía mostrar lo que traía para almorzar. Jeliel, un niño de 8 años con una gran sonrisa y una lonchera colorida, era un amante de los alimentos saludables. En su lonchera traía zanahorias baby, un sándwich de palta y tomate, y una fruta fresca.

A medida que Jeliel llegaba al colegio, empezó a ver a sus amigos mostrando sus loncheras.

- ¡Mirá la mía! - gritó Lucas, abriendo su lonchera llena de papas fritas y un enorme sándwich de milanesa cubierto de mayonesa.

- ¡La mía es mejor! - se unió Sofía, enseñando su lonchera repleta de golosinas y un refresco azul brillante.

Jeliel sonrió, pero también sintió un pequeño nudo en el estómago.

- Chicos, ¿no quieren probar algo saludable? - preguntó Jeliel, mostrando su sándwich de palta.

- ¡No, gracias! Eso no me gusta - dijo Lucas, haciendo una mueca.

Jeliel se sintió un poco triste, pero decidió que iba a disfrutar su almuerzo. La maestra anunció que ya era hora de la carrera.

- ¡A correr! - dijo la maestra, y todos los chicos se alinearon. El objetivo era recorrer el patio con su lonchera sin que nada se cayese.

La carrera comenzó. Lucas y Sofía corrían rápido, riéndose mientras disfrutaban de sus golosinas. Jeliel, por su parte, corría concentrado, cuidando su lonchera para que nada se cayera. Al final de la primera vuelta, Lucas tropezó y su lonchera se abrió, esparciendo papas fritas por el suelo.

- ¡Oh no! - exclamó Lucas, intentando recoger sus frituras.

En ese momento, Jeliel se acercó.

- Necesitás ayuda, Lucas. ¿Querés un poco de zanahoria? - ofreció Jeliel.

- ¡No, no quiero zanahorias! - se quejó Lucas, pero al ver que ya no tenía nada para comer, dudó.

- Probá un poco. Te va a gustar - insistió Jeliel.

Con incertidumbre, Lucas tomó una zanahoria y la probó.

- Mmm… no está tan mal - dijo sorprendido.

Sofía se unió a ellos, con su lonchera desprotegida, y no tardó en hacer lo mismo.

- No puede ser que me quede sin almuerzo, ¿me das algo, Jeliel? - preguntó Sofía.

- Claro, tengo un poco más - respondió Jeliel, sonriendo.

El chico compartió sus zanahorias y su sándwich, y para su sorpresa, sus amigos empezaron a disfrutar.

- ¡Sabe re bien! - exclamó Lucas, mientras mordía la palta.

La maestra se acercó al ver la situación.

- Estoy muy orgullosa de ustedes. Jeliel, has demostrado que compartir y ayudar a los demás es muy importante. -

Al finalizar la carrera, los chicos terminaron disfrutando de un almuerzo saludable juntos, riendo y bromeando. Desde ese día, comenzaron a mezclar un poco de lo saludable con lo no tan saludable, encontrando un equilibrio.

- ¡Oye Jeliel! ¿Podés enseñarnos a hacer esos sándwiches? - preguntó Sofía.

- ¡Claro, será muy divertido! - respondió Jeliel, feliz de compartir su pasión por la comida saludable.

Y así, en el colegio San Martín, Jeliel se convirtió en el héroe de la lonchera, demostrando que a veces, lo saludable puede ser también muy rico. Con una gran amistad y un almuerzo nutritivo, ellos aprendieron que la buena comida puede ser compartida y disfrutada.

De esa forma, la Carrera de Loncheras no solo les enseñó sobre alimentación, sino también sobre la importancia de la amistad y la generosidad.

FIN.

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