Jenio y los Tres Deseos Sabios



Había una vez en un tranquilo barrio de Buenos Aires, una niña llamada Jenio. Jenio era curiosa, valiente y siempre estaba buscando nuevas aventuras.

Vivía en una casa colorida con su abuela Marcela, quien la cuidaba con mucho amor. Una tarde de verano, mientras jugaba en su habitación, Jenio vio una hermosa lámpara antigua en forma de genio. Estaba brillando con destellos dorados y parecía tener algo mágico.

Sin pensarlo dos veces, se acercó a ella y sin querer se tropezó y ¡mordió la lámpara! De repente, un humo azul comenzó a salir de la lámpara y ante los ojos asombrados de Jenio, apareció un genio real frente a ella.

El genio se presentó como Genaro y le dijo a Jenio que tenía derecho a tres deseos por haberlo liberado. Jenio no podía creer lo que veía pero decidió usar sus deseos sabiamente.

Primero pidió un parque nuevo para jugar con sus amigos del barrio. Genaro movió su mano y en el jardín trasero de su casa apareció un parque increíble con toboganes, columpios y hasta una fuente mágica. "¡Wow! ¡Es increíble! Gracias Genaro", exclamó Jenio emocionada.

Para su segundo deseo, Jenio pidió que todos los animales callejeros tuvieran comida y hogar. En ese momento, cientos de platos llenos de comida aparecieron por todo el vecindario y pequeñas casitas confortables se materializaron para perros y gatos abandonados.

"¡Esto es maravilloso! Gracias Genaro por hacerlo realidad", dijo Jenio con alegría. Antes de pedir su último deseo, Jenio reflexionó sobre lo importante que era cuidar el planeta.

Por eso decidió pedirle al genio que ayudara a limpiar las playas cercanas que estaban llenas de basura. Genaro asintió con una sonrisa y usando su magia hizo desaparecer toda la basura acumulada en las playas dejándolas limpias y relucientes como nunca antes.

"¡Gracias Genaro! Eres el mejor genio del mundo", gritó Jenio felizmente abrazando al bondadoso ser mágico. Genaro le explicó que era hora de regresar a la lámpara ya que había cumplido sus tres deseos. Antes de desaparecer le dijo:"Recuerda siempre usar tus deseos para hacer el bien y ayudar a los demás.

"Jenio entendió la lección aprendida aquella tarde: la verdadera magia no está en los deseos concedidos sino en cómo usamos esa magia para hacer del mundo un lugar mejor para todos.

Y así fue como nuestra valiente niña vivió felices aventuras junto a su amiga Marcela cuidando siempre cada rincón especial creado gracias al poderoso Genaro.

FIN.

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