Jheshica y las Luces Magicas



En una ciudad grande y bulliciosa, dónde las luces nunca se apagan y las sombras se alargan con la caída de la noche, vivía una joven llamada Jheshica. Tenía una gran curiosidad por la vida que la rodeaba. Cada día, después de la escuela, salía a explorar las calles y a observar las maravillas que su ciudad tenía para ofrecer.

Un día, mientras caminaba por un callejón que nunca había visto antes, se encontró con un viejo farol apagado.

"¿Por qué está apagado este farol?" - se preguntó Jheshica, acercándose a él.

"¡Hola!" - dijo una voz suave, que parecía venir del farol.

"¿Quién está ahí?" - exclamó asombrada Jheshica.

"Soy el Guardián de la Luz, y he estado esperando a alguien con tu corazón valiente para ayudarme. Este farol solía iluminar el camino de los perdidos, pero ha perdido su brillo."

"¿Cómo puedo ayudarte?" - preguntó Jheshica, intrigada por la situación.

"Necesito que encuentres las tres luces mágicas que se han esparcido por la ciudad. Sin ellas, no podré volver a brillar y guiar a quienes lo necesiten."

"¡Por supuesto!" - dijo Jheshica, llena de determinación.

La primera luz mágica estaba en una biblioteca antigua, custodiada por un búho sabio.

"Para encontrar la luz, debes resolver este acertijo," - dijo el búho.

"¿Qué siempre sube pero nunca baja?"

Jheshica pensó un momento y respondió:

"¡La edad!"

El búho sonrió y le entregó la primera luz mágica.

"Has demostrado sabiduría, sigue buscando la siguiente."

Su siguiente destino la llevó a un parque donde los niños jugaban. Allí, se encontró con un perro juguetón.

"¡Guau! Para conseguir la luz que buscas, debes jugar conmigo!"

Cuando el perro le explicó las reglas de un juego, Jheshica se unió a la diversión.

"¡Eres una jugadora espectacular! Aquí tienes la segunda luz."

Jheshica sonrió y tomó la luz, pensando en lo importante que era la alegría en la vida.

Finalmente, llegó al último lugar, un viejo teatro donde los artistas practicaban sus obras. Allí, conoció a una bailarina, quien le habló de la luz final.

"Para obtener la lámpara, debes mostrar tu propia creatividad. ¡Bailemos!"

Con un poco de timidez, Jheshica comenzó a moverse. A medida que bailaba, se dio cuenta de que la gracia y la risa llenaban el aire.

La bailarina, impresionada, le entregó la tercera luz.

"¡Has mostrado tu espíritu creativo! Toma la luz, y recuerda siempre que el arte es una magia especial."

Con las tres luces mágicas en su poder, Jheshica regresó al viejo farol. Al insertarlas una por una, el farol comenzó a brillar con una luz brillante que iluminó todo el callejón.

"¡Gracias, Jheshica! Ahora puedo guiar a quienes se encuentren perdidos en la oscuridad. Siempre deberás recordar que la luz viene del conocimiento, la alegría y la creatividad. “

Jheshica sonrió, sintiéndose feliz de haber podido ayudar y aprendiendo que cada pequeño acto de bondad y valentía puede cambiar el mundo.

Desde aquel día, cada vez que pasaba por el farol, sabía que su luz era un símbolo no solo de esperanza, sino también de las porciones de sabiduría, alegría y creatividad que todos llevamos dentro de nosotros.

FIN.

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