Jhostin y el Sueño del Fútbol



Jhostin era un niño de diez años que vivía en Guachéne, Cauca. Desde muy pequeño, siempre había soñado con ser un gran futbolista. Pasaba horas jugando en la calle con sus amigos, driblando imaginarios contrincantes y lanzando tiros al arco improvisado que armaban con unas piedras.

Un día, mientras practicaba con su pelota en el parque del barrio, un señor mayor se acercó a él.

"Hola, chico. Te veo jugando muy bien, ¿te gustaría unirte al equipo local?"

Jhostin se quedó sorprendido.

"¿De verdad? ¡Eso sería increíble!"

El hombre se presentó como don Carlos, el director técnico del equipo de fútbol del barrio.

"Pero hay una condición, Jhostin. Para jugar en el equipo, tendrás que comprometerte a entrenar y a mejorar tus estudios en la escuela. La educación es tan importante como el fútbol," le explicó don Carlos.

Jhostin aceptó, lleno de entusiasmo. En los días siguientes, entrenó duro con su nuevo equipo. Pero no solo eso, también empezó a estudiar más en la escuela. Se dio cuenta de que aprender sobre diferentes temas le ayudaría a ser un mejor jugador y a entender el juego de manera más profunda.

Pasaron algunos meses, y el equipo de Jhostin llegó a la final del torneo local. El día del partido, el estadio estaba lleno de amigos y familiares. Jhostin estaba muy nervioso.

"Don Carlos, ¿y si no juego bien?"

"Recuerda, Jhostin, que el fútbol no solo se trata de ganar. Se trata de divertirse, de aprender y de trabajar en equipo. Si das lo mejor de ti, eso es lo que importa," le respondió don Carlos.

El partido comenzó, y Jhostin jugó con todo su corazón. A pesar de que el equipo rival era fuerte, él estaba decidido a darlo todo en la cancha. Fue un partido muy reñido, pero al final, su equipo logró marcar el gol de la victoria. Todos saltaron de alegría.

"¡Lo hicimos!" gritó Jhostin, abrazando a sus compañeros.

Después de que el árbitro pitó el final, don Carlos se acercó a Jhostin.

"Estoy muy orgulloso de ti. No solo por el gol, sino porque has demostrado que puedes equilibrar el deporte y los estudios. Recuerda que esto es solo el comienzo de tu viaje," le dijo con una sonrisa.

Jhostin se sintió feliz, no solo por haber ganado el partido, sino porque había aprendido una valiosa lección: con esfuerzo y dedicación, uno puede alcanzar sus sueños. Desde ese día, Jhostin se comprometió a seguir entrenando y a ser un buen estudiante, sabiendo que su pasión por el fútbol lo llevaría lejos, y que el conocimiento lo ayudaría aún más a lograr sus metas.

FIN.

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