Joaquín es Especial
En un pequeño pueblo llamado Arcoíris, vivía un niño llamado Joaquín. Desde muy pequeño, Joaquín tenía una manera única de ver el mundo. Mientras los demás chicos jugaban al fútbol o al escondite, él prefería pasar horas observando las nubes y preguntándose por qué tenían diferentes formas.
Un día, en el recreo, Joaquín se acercó a sus amigos, que estaban jugando con una pelota.
"¿Quieren venir a ver las nubes conmigo? Son increíbles hoy" - dijo Joaquín, con sus ojos brillando de emoción.
Pero sus amigos solo se rieron.
"¡Vamos, Joaquín! Eso no es divertido. ¡Ven a jugar al fútbol!" - respondió Tomás, uno de los más grandes del grupo.
Joaquín intentó no desanimarse. Sabía que a él le encantaba observar la naturaleza, pero a veces le resultaba difícil ser diferente. Un día, decidió hacer algo especial: organizar un concurso de nubes para todos los chicos del barrio.
Cuando les habló de su idea, las risas volvieron a resurgir.
"¿Concurso de nubes? ¡Qué aburrido!" - gritó Clara, una de las más populares del grupo.
Pero Joaquín no se rindió. Siguió pensando en su plan y lo presentó a su maestra, la señora Sofía.
"¿Crees que a los chicos les gustaría un concurso de nubes?" - preguntó Joaquín nerviosamente.
"Por supuesto, Joaquín. Tu idea es genial. Podríamos hacerlo en el próximo día de campo. Tal vez les guste más de lo que todos piensan" - respondió la señora Sofía, sonriendo.
Joaquín se sintió más confiado. Hizo carteles llenos de dibujos de nubes y los colocó por todo el salón de clases. El día del concurso, los chicos llegaron al campo, un poco escépticos.
"No puedo creer que estamos aquí por un concurso de nubes" - murmuró Tomás mientras se acomodaba en el césped.
Joaquín les explicó las reglas: cada uno tenía que buscar un tipo de nube y dibujarla. Una vez que todos tuvieran sus dibujos listos, un jurado decidiría cuál era la más creativa. El jurado estaba compuesto por la señora Sofía y algunos padres.
"Vamos, chicos, intenten ser creativos. Recuerden, ¡no hay límites! Cada nube es especial, al igual que cada uno de nosotros" - incentivó Joaquín, lleno de entusiasmo.
Los chicos comenzaron a ver el cielo con otros ojos. Empezaron a nombrar las nubes y a inventar historias sobre ellas. La neblina se transformó en un dragón, las nubes cúmulo en un barco de piratas, y las nubes cirros en una cola de un cometa.
Después de una hora llena de risas, dibujaron obras maestras en papel y se las mostraron a Joaquín.
"¡Miren lo que hice! Esta nube parece una torta de cumpleaños" - rió Clara, mostrando su dibujo.
Al final del día, el jurado deliberó. Fue una tarea muy difícil, pero todos los dibujos eran tan creativos que decidieron que no habría un solo ganador, sino que todos serían premiados con una medalla especial.
La señora Sofía proclamó:
"¡Felicidades a todos! Este concurso ha sido un gran éxito. Joaquín, ¡gracias por tu gran idea!".
Todos fueron a felicitar a Joaquín.
"No puedo creer que haya sido tan divertido. Tal vez deberíamos hacerlo de nuevo" - dijo Tomás, con una gran sonrisa.
Joaquín, sintiéndose muy especial, respondió con alegría:
"¡Claro! ¡Podemos hacerlo cada mes!".
Con el tiempo, no solo Joaquín aprendió que ser diferente es maravilloso, sino que sus amigos también empezaron a apreciar su manera especial de ver la vida. Desde entonces, cada mes, el grupo se reunía para su concurso de nubes. En cada reunión, Joaquín les mostró a sus amigos que hay muchas formas de disfrutar y aprender del mundo.
Y así, Joaquín se convirtió en un niño admirado y muy querido en su escuela y en su pueblo, demostrando que ser especial es un verdadero regalo que se puede compartir con los demás.
FIN.